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¿Por qué chocamos las copas al brindar?

Te descubrimos la razón detrás una costumbre que se remonta hasta los tiempos de la Antigua Grecia

¿Por qué chocamos las copas al brindar?

 

Paco Delgado
@Delgado_LPacoRedactor de COPE

COPE.es

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 17:55

Se trata de una de las costumbres que más damos por sentadas, pero en rara ocasión nos paramos a pensar por qué no nos damos la mano al brindar, por qué no golpeamos la mesa o por qué no alzamos los platos o los cubiertos. No. En lugar de ello chocamos las copas, un hábito que se remonta hasta la Antigua Grecia, concretamente, hasta el siglo IV antes de Cristo. Según una de las teorías más populares, el hábito consistía en alzar la copa para demostrar al resto de invitados a la cena que su copa no estaba envenenada. Algo que la Historia se han encargado de demostrar que sirvió de poco.

Sin embargo, el mito se extiende hasta la Edad Media en la que esta costumbre evoluciona hasta lo que hoy se conoce como el ritual completo. No solo les vale con alzar el vaso, sino que comenzar a chocar unas copas con las otras, ya fueran de cristal, madera o metálicas. El motivo era simple: en el golpe entre los vasos, los líquidos se mezclan unos con otros y así queda totalmente demostrado que ninguna de las copas estaba envenenada, o morirían ambos. Por tanto, la persona que realmente sospechara del otro o temiera que intentaran asesinarle, sería quien propusiera el brindis.

¿Por qué chocamos las copas al brindar?

 

La leyenda del rito termina por completarse en en el siglo XVI cuando Carlos V conquista Roma y, con motivo de celebración, los más cercanos al monarca levantaron las copas para proclamar en latín bring dir's”, que significa en la lengua muerta: “yo te lo ofrezco”, en referencia a una ofrenda a Dios.

Como curiosidad añadida, el término brindis se traduce en inglés como “toast”, lo que significa también “tostada” en el idioma anglosajón. Una utilización que no es inintencionada, ya que proviene de los tiempo de la reina Isabel, en los que era costumbre introducir una tostada de pan en el vino para enriquecerlo. Algo que queda reflejado en la obra de William Shakespeare “Las alegres comadres de Windsor”, en la que el personaje Falstaff proclama: “Ve y tráeme un litro de vino y pon una tostada dentro”.

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