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El síndrome que afecta a Michelle Obama y dirigentes de grandes empresas

La ex primera dama de los EE.UU. se confiesa: “tengo el síndrome de la impostora”.

Michelle Obama en un momento de la charla en la que confiesa que ha sentido ser una impostora

 Michelle Obama en un momento de la charla en la que confiesa que ha sentido ser una impostora

Raquel Pérez Polo
@RaquelPerezPolo

Redactora COPE 

Tiempo de lectura: 4'Actualizado 08 mar 2024

Jodie Foster tras ganar su segundo Oscar en 1992 por 'The Silence of the Lambs' ('El silencio de los corderos') reconocía en una entrevista que el pensamiento que la invadió fue el de ha sido "una casualidad" y temía que un día llegarían a su casa, golpearían su puerta y le dirían: "Ese premio era para Meryl Streep".

"No puedo hacer esto, soy un fraude", admite Kate Winslet que se dice muchas mañana cuando va a rodar o Michelle Pfeiffer que pese a llevar cuarenta años en el mundo de la interpretación sigue pensando: "La gente va a descubrir que realmente no soy muy talentosa. Que realmente no soy muy buena. Todo ha sido una gran farsa".

Estas confesiones, viniendo de quienes las dicen, nos podrían llevar a pensar que siguen interpretando, que pecan de falsa modestia y, sin embargo, están reconociendo que tienen miedo y que sufren el “síndrome del impostor”.

¿Qué es y cómo se manifiesta?

El "síndrome del impostor" es un padecimiento común entre las personas de éxito, mayormente mujeres que alcanzan la fama, pero desconfían de sus propios méritos y lo atribuyen a la fortuna. Fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline R. Clance and Suzanne A. Imes que firmaron el artículo "El fenómeno del impostor en mujeres de alto rendimiento: dinámica e intervención terapéutica".

El impostorismo , síndrome de fraude o experiencia del impostor tiene síntomas claros y va acompañado de ansiedad, estrés o depresión. Quienes los sufren temen que en cualquier momento alguien les descubra y grite a los cuatro vientos que son un fraude. Esto hace que cada mañana se machaquen mentalmente con ideas obsesivas como “no puedo fallar”, o si consiguen un logro no paren de repetirse,“acabo de tener suerte”.

El doctor en Psicología por la Universidad de Texas, Kevin Cokley, da un paso más al explorar el fenómeno del impostor y su relación con la salud mental y los resultados académicos entre los estudiantes de minorías étnicas. En sus investigaciones recopilando encuestas de 322 estudiantes de minorías étnicas, incluidos 106 afroamericanos, 102 asiáticos americanos y 108 latinoamericanos, sobre la percepción de discriminación, los sentimientos de impostores y la salud mental, llega a la conclusión de que “los estudiantes de todos los grupos étnicos minoritarios informaron de niveles similares de sentimientos de impostores, pero son los estudiantes afroamericanos los que percibían una mayor discriminación”.

Las investigaciones también detectan que “entre los estudiantes afroamericanos, los altos sentimientos de impostores eran un predictor positivo de ansiedad y empeoraron el impacto de la discriminación percibida en la depresión. Del mismo modo, entre los estadounidenses de origen asiático, los altos sentimientos de impostor predijeron tanto la ansiedad como la depresión. Para los estudiantes latinos, mientras que los altos sentimientos de impostor predijeron positivamente la ansiedad, los bajos sentimientos de impostor agravaron el impacto de la discriminación percibida en la depresión y la ansiedad”(tal y como podemos leer en la web The University of Texas at Austin).

El profesor Cokley recomienda que “los profesionales de salud mental incluyan rutinariamente el impostorismo y la discriminación percibida en sus evaluaciones” ya que señala que “al menos el 70 por ciento de la población se siente como un impostor". “Siete de cada diez personas lo ha sufrido al menos una vez en la vida”, dice la doctora Valerie Young, "millones de mujeres y hombres en todo mundo, desde exitosos directivos de empresas, hasta brillantes estudiantes o actrices están secretamente preocupados por no ser tan capaces como todos creen".

¿Hay forma de superarlo?

El doctor Kevin Cokley recomendaba, en una entrevista televisiva a la cadena CBS News, a las personas que sufren o creen sufrir el síndrome del impostor que hagan un ejercicio de memoria y recuerden cómo y cuándo han tenido éxito, "esto podría tomar la forma de un diario en el que mantendrás un registro de tus logros. También ayuda hablar sobre tus sentimientos con otras personas, especialmente con aquellos que son similares a usted, según algunas características, como la raza, el origen étnico o el género. Hacer esto le ayudará a darse cuenta de que probablemente no esté solo”.

Para la psicóloga Valeri Young estos tres pasos son imprescindibles: “cuando te percatas de que el miedo y la inseguridad son normales, dejas de luchar contra el sentimiento de impostor y te concentras en modificar tu percepción”. El segundo paso es replantearse los pensamientos, “por ejemplo, si te sorprenden con un proyecto enorme, no digas: “¡Ay, Dios! No tengo la menor idea de lo que estoy haciendo”. Mejor trata de pensar: “¡Caramba! Aprenderé mucho de esto”. El tercer y último paso es “seguir modificando tus pensamientos, aun cuando, al principio, no logres sentirte mejor” porque al final uno se da cuenta de que “la única manera de dejar de sentirte como un impostor es que dejes de pensar como impostor”.

Y se consigue. El ejemplo es Michelle Obama que tras confesar haber sufrido por sentirse una impostora, se ha encargado de decir a aquellas mujeres, a los jóvenes, a quienes tienen dudas de sí mismos que "empiecen a sacar a esos demonios de la cabeza".

Obama, Foster, Winslet, Pfeiffer, incluso Hanks son apellidos famosos, pero hay Pérez, López, Sánchez, Müller, Schmidt, Schneider, cualquiera puede sufrir el síndrome del impostor. Nunca debes sentirte inferior o que no puedes porque como dice la ex primera dama de los Estados Unidos: “Me senté a la mesa más poderosa que puedan imaginar, colaboré con organizaciones altruistas, fui miembro de fundaciones, he trabajado en grandes empresas, estuve en varias juntas corporativas, asistí a cumbres G, tuve un cargo en la ONU... En serio, no son tan inteligentes como todos creen”.

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