Seducción y mentiras: La vida del Estafador de Tinder, 10 millones de dólares a base de engaños
La vida de Simon Leviev era una constante mentira para todas las mujeres a las que seducía a través de Tinder diciendo que era heredero de un imperio de diamantes

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Madrid - Publicado el - Actualizado
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Con treinta años y ya se ha convertido en uno de los timadores más multimillonarios. Su nombre es Simon Leviev que se presentaba como el heredero de un magnate de los diamantes. La mecánica era siempre la misma. Luego de cruzar algunos mensajes se producía el primer encuentro en un ambiente suntuoso, por lo general, un exclusivo hotel cinco estrellas. La siguiente salida ya era en extraña jurisdicción.
Un viaje súbito de negocios obligaba al galán a tener que viajar a alguna capital europea. Invitaba a su nueva conquista a acompañarlo. La chica aceptaba y se deslumbraba con el vuelo en avión privado, los restaurantes con estrellas Michelin, el séquito. Él, el conquistador, era amable, hablaba de amor y de una larga vida en común.
Encantador y atento, le preguntaba por su vida, la escuchaba. Contaba de sus negocios de millones de dólares. Después, cada mañana saludaba por mensaje amorosamente a la chica y se despedía con ardor por la noche. Viajaba para verla al menos unas horas y hablaba de consolidar la pareja, de planes para el futuro. Pero de pronto todo se complicaba. El hombre sufría ataques de oponentes poderosos y peligrosos, debía esconderse y requería la ayuda de su novia. La mujer, después de muchas zozobras y sufrimientos, terminaría sin amor y sin dinero. Desengañada y estafada después de haber entregado, literalmente, lo que no tenía a su novio.
Su estrategia era sencilla. Una vez conseguía establecer conexión con alguna de las personas a las que pretendía seducir, el proceder era muy simple. Comenzaba con mensajes simples y cercanía, y a partir de ahí lo demás iba surgiendo. Se presentaba como el heredero de un magnate de los diamantes, algo que llegaba a ser bastante sugerente y tentador para determinadas personas; después de ello, y de entablar confianza, procedía a quedar con sus víctimas.
El siguiente paso era citarse con la otra persona en algún lugar de gran relevancia económica. Por ejemplo, un hotel de cinco estrellas, donde el lujo se desprende a raudales. La siguiente salida ya era en extraña jurisdicción. Un viaje súbito de negocios obligaba al galán a tener que viajar a alguna capital europea. Invitaba a su nueva conquista a acompañarlo. La chica aceptaba y se deslumbraba con el vuelo en avión privado, los restaurantes con estrellas Michelin, el séquito. Él, el conquistador, era amable, hablaba de amor y de una larga vida en común. Encantador y atento, le preguntaba por su vida, la escuchaba. Contaba de sus negocios de millones de dólares.
Después, cada mañana saludaba por mensaje amorosamente a la chica y se despedía con ardor por la noche. Viajaba para verla al menos unas horas y hablaba de consolidar la pareja, de planes para el futuro. Pero de pronto todo se complicaba. El hombre sufría ataques de oponentes poderosos y peligrosos, debía esconderse y requería la ayuda de su novia. La mujer, después de muchas zozobras y sufrimientos, terminaría sin amor y sin dinero.