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El regalo que cambia la cara a los enfermos de cáncer

Donar pelo hace posible que decenas de pacientes oncológicos sin recursos, muchos de ellos niños, superen el trauma de no poder pagarse una peluca

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M.L.

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 01:37

Mari no para. Ahora va camino de los 19 años y de empezar una nueva vida. Tras pasar una década en México, acaba de regresar a Madrid. Es rubia. Se deja melena, pero no porque se vea guapa, sino para que lo estén otras chicas menos afortunadas que ella. Cuando su coleta alcanza los treinta centímetros, se la corta y la regala para que, con sus luminosos mechones, fabriquen pelucas a enfermos oncológicos sin recursos.

“Soy feliz haciéndolo. No siento ninguna pena por perder la melena. Al contrario, siento una gran felicidad por ayudar a otras personas a quitarse sus complejos”, explica Mari, mientras acaricia en sus manos la larga trenza que hasta esta tarde recorría su espalda y que se dispone a donar a la Operación Peluca. Este proyecto solidario es una iniciativa de Natura Hair Systems, la única fábrica española de postizos naturales. Fundada en 1964 por Eduardo Maceda, lleva más de medio siglo poniendo pelo, turbantes y prótesis en las cabezas de personas con problemas capilares o enfermedades oncológicas, pero no todos los pacientes pueden pagar los “entre 200 y 3.000 euros” que puede costar una peluca.

Pelo uno

Para ellos, para quienes pierden su pelo por tratamientos de quimioterapia y no pueden afrontar el precio de reemplazarlo, esta empresa familiar radicada en Madrid y la Asociación Española Contra el Cáncer pusieron en marcha en 2016 una especie de banco de donantes. Se han adherido ya cientos de salones de belleza de toda España y miles de voluntarios como Mari.

Regalar esos más de 100.000 pelos que de media pueblan nuestras cabezas es sencillo. Basta dejarse crecer una melena de al menos treinta centímetros de largo y acudir con ella limpia y seca, atada con una goma o lazo, a cualquiera de las peluquerías vinculadas al proyecto. Estos centros se encargan de cortarlo por el precio simbólico de cinco euros e incluso gestionan la entrega de la coleta. Si se prefiere, también puede enviarse directamente a la fábrica de Natura Hair Systems o a la Asociación Española contra el Cáncer.

Lo complejo empieza a partir de entonces. Las melenas donadas pasan por un proceso artesanal de desinfección, clasificado, hidratación, confección de las cortinas de pelo, implantación a mano a la base de la peluca, corte y peinado. Se requiere más de dos días de dedicación para obtener un kilo de cabello, que se enreda todavía más en el caso de los rubios, de los que se deshecha hasta el 40% de la mata. Además, el coronavirus ha impuesto severas reglas de seguridad e higiene que vuelven todavía más tedioso un trabajo que el director de la fábrica, Óscar Maceda, reconoce que no compensa económicamente, “pues a nosotros nos sale más caro que comprarlo ya procesado”, pero que no puede enriquecerle más a nivel personal.

Pelo tres

Los pacientes sin recursos que les deriva la AECC son recibidos con las atenciones de cualquier cliente. Durante una cita que acaba prolongándose unas dos horas, se les informa, asesora y ayuda a elegir la solución con la que se sientan realmente a gusto. “Lo que pretendemos es que no vean mermadas las posibilidades de tener el pelo que quieran. Porque carezcan de recursos no les voy a dar un modelo descatalogado o el que me sobra. Tienen derecho a la que le convenza y, si resulta que a las dos semanas no se ven, se busca la alternativa que convenga. No tienen la culpa de no gustarse”, concluye Óscar Maceda, hijo del fundador de esta fábrica que llegó a tener 600 empleados y que hoy, con solo una veintena, lucha por mantener vivo su proyecto social pese a la caída de las ventas y el ERTE al que le ha abocado la COVID-19.

“En el caso de las mujeres es muy gratificantes ver la cara de felicidad que se les pone cuando descubren que existen soluciones para ellas. Hay mucho desconocimiento y tampoco ayuda la imagen que tenemos de las pelucas de hace treinta años, cuando todas las señoras se hacían un par por moda. Hoy hay opciones preciosas, increíbles”. Diversidad de estilos, cortes, largos, densidades, colores… un amplio catálogo que trasciende con mucho la frivolidad de lo puramente estético o de las tendencias para convertirse en un instrumento de dignificación y equilibrio emocional de los enfermos.

Pelo tres

La cara es casi siempre el espejo del alma, y cómo una se la vea en el espejo ayuda a sobrellevar mejor el peso de reveses tan crueles como el cáncer. De hecho, muchas, demasiadas, de las pelucas que se regalan gracias a las donaciones van a niños y niñas. Cada año se diagnostican más de un millar de casos entre los 0 y los 14 años. Sus postizos no se fabrican con pelo infantil, pero sí requieren de un mayor trabajo de adaptación al tamaño de la cabeza de los pequeños.

Mari se imagina “muchas veces” la cara de los chavales que hoy lucen melena gracias a las trenzas que ella ha donado ya cuatro veces. “Es de mala educación no ayudar”, subraya la que no tiene un pelo de tonta, pero sí una preciosa cabellera a juego con su corazón. Sabe que al donarla no solo regala su cabello: también su sonrisa limpia y su mirada abierta al futuro pasan a reflejarse en los rostros de esos niños que luchan sin casco contra el cáncer y ante los que toca quitarse el sombrero.

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