Hace más de una década que la Iglesia en España trabaja de forma sistemática y coordinada para prevenir y afrontar las denuncias y los casos de abusos a menores cometidos en nuestro país. Cada denuncia planteada se mira y se investiga tanto por parte de las diócesis como de las distintas órdenes religiosas.

Hay 70 oficinas que, en cada diócesis española, ofrecen la posibilidad de denunciar casos de abusos sexuales a menores y a personas vulnerables. Acogen a cualquier víctima independientemente del ámbito en el que se produjeron. Y es que, de los 228.000 casos de abusos sexuales a menores investigados por la Fiscalía en los últimos 20 años, 220 se han producido en el seno de la Iglesia. En esas dos décadas 32.000 sacerdotes han estado en activo en nuestro país.

Que las investigaciones registradas en el ámbito religioso, ya sea en diócesis o en órdenes e instituciones religiosas, no resta gravedad a cada caso que se ha producido. Consciente de ello y también de la necesidad de prevenir para que no vuelvan a suceder, la Conferencia Episcopal Española ha sido la primera del mundo en aprobar un documento único con un conjunto de normas que engloban toda la normativa de la Iglesia y del Vaticano para afrontar los abusos de menores.

De aplicación tanto en las diócesis como en todas las instituciones religiosas de derecho diocesano el “Decreto General sobre Protección de Menores” está pendiente del reconocimiento de la Santa Sede. Persigue que cada víctima sienta que la Iglesia está dispuesta a acoger su situación para analizar caso por caso y prevenir que se repitan en el futuro. Una vez se aplique la recomendación de trasladar cada caso a la Fiscalía se convertirá en obligación tanto para las diócesis como para las instituciones religiosas.

También las congregaciones han dado los pasos necesarios para hacer frente a la gravedad de los abusos. Han establecido sus propios canales y protocolos tanto de actuación como de prevención y de formación para poderlos detectar. Algunas de ellas como los Jesuitas o los Legionarios de Cristo han llevado a cabo sus propias investigaciones.

Y, en las diócesis, destacan iniciativas como el “Proyecto Repara” volcado desde 2020 en la atención terapéutica y psicológica, el asesoramiento jurídico y el acompañamiento espiritual de las víctimas. Y también muy volcado en la prevención y en la formación.

En su primer año en funcionamiento, este programa del Arzobispado de Madrid ha atendido a 75 víctimas directas de abusos y a 10 familiares de víctimas y les ha ofrecido más de 400 sesiones de atención psicológica y escucha que es el servicio más demandado.

Según los coordinadores del programa, la escucha es lo que más buscan las personas que les contactan porque según explican se encuentran muy solas y muy incomprendidas por su entorno. Consideran que la Iglesia no puede mirar hacia otro lado porque los abusos a menores contradicen su propia identidad y la de los cristianos y se emplean a fondo por dar una respuesta lo más rápida posible y por hacer que cada víctima se sienta abrazada por la propia Iglesia. Que cada víctima sea el centro en todo momento.