La picaresca no conoce límites. Un hombre de Florida (Estados Unidos) compró un Porsche nuevo con un cheque que imprimió en el ordenador de su casa, y al día siguiente intentó hacer lo mismo con algunos relojes de lujo. Hasta que fue cazado.

La historia la cuenta The New York Post. Casey William Kelley, de 42 años, entregó un cheque falso de casi 140,000 dólares (unos 120.000 euros) en un concesionario de automóviles local para comprarse un coche de lujo. Al día siguiente, fue arrestado cuando intentó comprar varios relojes Rolex en una joyería de Miramar Beach con más cheques falsos, según el Palm Beach Post. Posteriormente, fue arrestado por robo de un vehículo de motor y por emitir cheques falsos.

La Policía ha contado que después de vender el automóvil, un Porsche 911 Turbo, el concesionario intentó sin éxito cobrar el cheque de Kelley y luego reportó a la Policía el vehículo como robado. Sin embargo, el joyero fue más listo y optó por quedarse con el cheque y los relojes hasta que el dinero estuviera abonado. Cuando el cheque fue devuelto como falso, el cajero denunció el crimen a la policía, aunque Kelley ya estaba bajo custodia policial. Más tarde admitió ante las autoridades que había impreso los cheques en casa.

UNA VIDEOCONSOLA A PRECIO DE NARANJAS

El intento de Casey William Kelley recuerda mucho también a la acción de un joven francés que fue detenido a principios de este año después de llevarse una PlayStation 4 de un hipermercado por sólo 9,29 euros. La popular videoconsola, por supuesto, no estaba rebajada a ese precio, sino que el hombre aprovechó la flexibilidad de los controles del establecimiento para llevarse la PS4 prácticamente gratis.

El joven francés se dio cuenta de que la ausencia de cajeros en un supermercado y las cajas de autopago favorecería la oportunidad de hacer pasar la PlayStation 4 por cualquier otro producto que tuviera un precio inferior. Con esta idea, el oportunista se fue a la zona de frutas y legumbres y utilizó una de las básculas automáticas para pesar la consola con el valor de unas naranjas. El precio fue de 9, 29 euros. Después de pegar el ticket en la consola, se dirigió a una de las cajas automáticas, escaneó la consola y se marchó del establecimiento sin levantar ningún tipo de sospecha.

El joven se sorprendió por la facilidad para llevar a cabo esta operación y días después regresó al mismo establecimiento para repetir la estrategia. Sin embargo, esta vez la Policía le estaba esperando