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Cerca de 10.000 personas sin hogar no reciben ningún tipo de asistencia

Las organizaciones que acompañan a las personas sin hogar consultadas por COPE piden adaptar las viviendas para que puedan recuperar sus proyectos de vida

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Redactora de Sociedad y Cultura

Tiempo de lectura: 5'Actualizado 20:42

28.552 personas sin hogar fueron atendidas en centros asistenciales en 2022, un incremento del 24,5% en la última década, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las organizaciones estiman que el número de personas sin hogar supera las 37.000, ya que los datos oficiales no reflejan la situación de todas las personas que viven en la calle, ya que se limitan a contabilizar a las que están institucionalizadas.

Hay, por tanto, cerca de 10.000 personas sin hogar no reciben ningún tipo de asistencia. Además de aumentar el número de plazas, las organizaciones que acompañan a las personas sin hogar consultadas por COPE piden adaptar las viviendas para que puedan recuperar sus proyectos de vida.

Cada vez más mujeres

El perfil medio sigue siendo el de un hombre de mediana edad, en concreto de 43 años, aunque cada vez son más mujeres las que carecen de un hogar. De hecho, ya suponen el 23,3%, un incremento del 3,6% en 2022, según el INE.

José tiene 37 años. Era encargado en un restaurante, pero se quedó sin trabajo tras tener un accidente de coche. Ahora vive en una tienda de campaña en Valencia con su pareja, Lola, de 30 años. Ella lleva desde los 9 años en la calle, aunque ha podido salir varias veces de esta situación cuando ha conseguido un empleo temporal.

Imposible pedir una cita

El objetivo de ambos es conseguir cualquier trabajo y poder alquilar una habitación. Mientras, intentan ganar algo de dinero aparcando coches en el centro de la ciudad. Esta pareja lleva cerca de 5 años intentando solicitar el Ingreso Mínimo Vital, pero tienen muchas dificultades para pedir cualquier cita.

"Son papeles que, desde la calle, son difíciles de conseguir. No tenemos tampoco un teléfono con internet. Al vivir en la calle, además, las cosas se te mojan. Los papeles se estropean los días de lluvia. Estando en la calle nos hemos encontrado con que, al llegar a la tienda de campaña, nos habían robado todas nuestras cosas. Siempre te surge algún problema y hay algún gracioso que viene a fastidiar. Nos han robado también la documentación varias veces", relatan José y Lola a COPE.

Como José, el 26,8% de quienes no tienen un hogar acabaron en la calle tras perder su empleo. El otro principal motivo, y de hecho el primero, es la necesidad de empezar de cero tras llegar desde otro país, un 28,8%.

Mayores de 64 años

Organizaciones como Hogar Sí, también destacan el incremento en otros grupos, como los jóvenes de entre 18 y 25 años, en un 36%, algo en lo que influyen los flujos migratorios. También, en el número de personas sin hogar mayores de 64 años, que se ha disparado un 80%.

Esa edad es la que tiene, precisamente, María Jesús: "estoy delicada de salud, tengo 64 años y no tengo a nadie. Tengo una hija, pero como si no la tuviera. Mi situación es muy caótica. No quiero volver a vivir una vida de calle", cuenta a COPE esta mujer, que esta semana tiene que abandonar el piso de acogida en el que se encuentra en Valencia.

Problemas de salud

Otros como Juan, de 66 años, tienen algo más de suerte, al menos, en lo que a asistencia se refiere. Se encuentra en una de las Viviendas para la recuperación de la Salud de Hogar Sí en Córdoba. Llegó allí tras estar ingresado por un cáncer de esófago y pasar a vivir en la calle.

"No sé el tiempo que voy a durar, pero aquí estoy, en tratamiento con los médicos, hasta que Dios quiera. Espero que todo me vaya bien, porque no tengo nada", relata Juan. Como él, casi 4 de cada 10 personas sin hogar, tienen alguna enfermedad crónica, según datos del INE, y 6 de cada 10 presentan algún síntoma depresivo.

Todos estos datos reflejan que nos encontramos ante un problema que se está cronificando, como explica a COPE la directora de comunicación de Hogar Sí, Gema Castilla: "Las personas, en un alto porcentaje, se quedan en esta situación más de 3 años. Esto quiere decir que no les estamos ofreciendo soluciones reales y efectivas a su problema, por lo que tenemos que hacer un planteamiento diferente para que esta situación cambie".

Adaptar las viviendas

Desde esta organización, que trabaja para que ninguna persona viva en la calle, consideran se podría poner solución al problema del "sinhogarismo", además de aumentando el número de plazas disponibles en los albergues y centros, adaptando las viviendas a las necesidades de las personas para que puedan recuperar sus proyectos de vida. En primer lugar, encontrando un empleo.

"Según el INE, en 2022 ha habido un incremento de un 22% en el número de plazas disponibles con respecto a 2020, hasta llegar a las 26.690, pero las estimaciones son de que más de 10.000 personas siguen sin tener acceso a un albergue o centro asistencial. Además, el 96% de las personas sin hogar, afirman que los albergues no son útiles para recuperar sus proyectos vitales. Solo el 3% de las ofertas de plazas son en una vivienda como en la que vivimos tú y yo", subraya Gema Castilla.

Un claro ejemplo que ponen desde esta organización es que algunas de estas personas encuentran un empleo, pero hay muchos trabajos en los que el turno termina de noche: "si terminan de trabajar a las diez y a las nueve de la noche cierran la entrada al albergue, se quedan sin poder acceder a ese recurso colectivo", pone como caso la directora de comunicación de Hogar Sí.

En manos privadas

Un dato relevante, en cuanto a la gestión de estos centros se refiere, es que, aunque el 83,8% están financiados por las administraciones públicas, solo el 23,7% de los centros son de titularidad pública.

Otra cuenta pendiente para revertir esta situación es la falta de profesionalización: "más de la mitad de quienes trabajan en este ámbito son voluntarios o personas en prácticas que no están capacitadas ni para atender a personas con problemas tan graves como adicciones, problemas de salud mental o de discapacidad. Es fundamental la profesionalización porque va a estar orientada más que al ámbito más asistencialista a recuperar los proyectos de vida de estas personas", subraya Castillo.

Solidaridad

Amigos de la Calle es una asociación que sustenta la sociedad civil y que se dedica a entregar productos de primera necesidad, una vez a la semana, en la ciudad de Valencia. Comenzaron con la crisis de 2007, pensando que iba a ser algo temporal, pero hoy continúan con esta labor. El año pasado atendieron semanalmente a 1.300 personas, haciendo 8 rutas distintas en coches que aportan sus voluntarios. Carmen Allendes es su presidenta y cuenta a COPE que ella cree que la sociedad española es muy solidaria, lo que, paradójicamente, impide ver la realidad este problema.

Jóvenes migrantes

En este contexto, Allendes percibe un aumento considerable de personas en situación de calle, sobre todo, de jóvenes extranjeros, especialmente marroquíes.

"Vienen a España pensando que van a encontrarse un mundo distinto. Tenemos varios casos de personas que viven en el coche porque no pueden acceder a una habitación y un coche siempre es más seguro que la calle. Percibimos un enfado por no poder acceder a lo que se supone que es un estado de bienestar, incluso una agresividad, porque es muy difícil sacar una hora por internet para tener una cita previa. Para ellos, cargar el móvil a veces ya supone toda una complejidad. Nosotros les pedimos cita, los acompañamos porque a veces hay barreras de idioma o barreras para entender administrativamente lo que es hacer una gestión", subraya la presidenta de Amigos de la Calle, que cree que estos jóvenes se resisten a volver a su país porque, culturalmente, supone un fracaso personal.

El número de personas en situación de calle está repartido, prácticamente, a partes iguales entre españoles y extranjeros. Según el INE, de las 28.552 personas que fueron atendidas el año pasado en centros asistenciales, el 50,1% tiene la nacionalidad española y el 49,9% la extranjera.

Familias en crisis

Desde Amigos de la Calle intentan también concienciar de que, pese a que el "sinhogarismo" parece un problema lejano, no debemos olvidar que, llegar a esta situación, es algo que le puede pasar a cualquiera.

"Generalmente, acabar en una situación así, deriva de perder un trabajo, un embargo o un divorcio, que en muchas ocasiones viene acompañado de un intento de suicidio. Es peligroso lo que está pasando porque hay una mentalidad de que no hay futuro, no hay trabajo, y eso me preocupa porque el desencanto puede llevar a las personas a cualquier cosa. Cuando la gente pierde la esperanza y no tiene nada más que perder, es capaz de hacer cualquier cosa", recuerda Carmen Allendes.

Una situación que se traslada a muchas familias que, todavía, mantienen su vivienda, pero que en ocasiones tienen que elegir entre poder comer o pagar el alquiler: "nosotros estamos orientados a ayudar a las personas sin hogar, pero cada vez recibimos más llamadas de familias que están necesitadas de alimentación, de ropa o de material escolar", explica la presidenta de Amigos de la Calle.

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