Desde que empezó 2021, hay dos elementos relativos al coronavirus que mandan en lo que respecta a la actualidad de la pandemia: la vacunación y las variantes de la enfermedad. El historial de mutaciones no deja de crecer: británica, sudafricana, brasileña, californiana, mexicana... A toda esta retahíla hay que sumar ahora otra cepa de la covid-19: la japonesa.

Detectada en un hospital de Tokio, presenta la mutación E484K, que también está presente en las variantes sudafricana y brasileña. Casi el 70% de los pacientes del centro en marzo se habían infectado con ella. Además, en enero y febrero 12 de los 36 infectados de coronavirus eran portadores de esta cepa japonesa a pesar de no haber viajado al extranjero ni haber tenido contactos que lo hubieran hecho.

El gran problema que suscita la mutación E484K es que reduce la capacidad para neutralizar la entrada del virus en las células. Y, por tanto, puede disminuir la efectividad de las vacunas y de la inmunidad. Lo cual no quiere decir, eso sí, que esta última quede eliminada.

No está demostrado que haya una mayor transmisibilidad del virus con esta mutación incluida en la variante japonesa. Tampoco que pueda generar una mayor mortalidad. En el caso de que sí hubiera más transmisión, aumentarían los enfermos y la saturación de los hospitales, por lo que podría haber peor atención y un incremento de los fallecimientos.

Los expertos apuntan que los Juegos Olímpicos, que se disputan precisamente en Tokio, no corren peligro si se controla esta cepa y se toman las medidas oportunas. Ahora mismo, hay un nuevo repunte de contagios con especial incidencia en Osaka y las prefecturas de Hyogo y Miyagi.

Ahora mismo, Japón ha registrado 489.000 casos de coronavirus, con 9.251 muertos y 454.000 curados. Los nuevos casos diarios han sufrido un repunte en las últimas horas, con 2.615.