La batalla naval que aupó a Inglaterra y que terminó con la hegemonía marítima española por culpa de "un tío muy torpe"
Trafalgar inauguró la peor centuria para España, esa en la que asistimos a la descomposición de nuestro Imperio
"Episodio de Trafalgar", Francisco Sans Cabot (1862)
Madrid - Publicado el
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El 21 de octubre de 1805 el mundo cambió para siempre frente a las costas de la ciudad de Cádiz.
Trafalgar sigue sonando hoy tanto a humillación española como a victoria inglesa. Tal es así que, incluso, el destacado novelista y dramaturgo español del siglo XIX, Benito Pérez Galdós, describió este capítulo de nuestra historia en sus Episodios nacionales como "la terrible catástrofe de nuestra marina". Pero ¿de dónde surgió este conflicto, que hasta la fecha ha sido el último que hemos mantenido en términos bélicos con Inglaterra?
TIEMPOS DE SUPUESTA PAZ
Para llegar a Trafalgar antes hay que pasar por la ciudad de Montevideo. Desde su puerto partió el día 9 de agosto de 1804 la fragata llamada Nuestra Señora de las Mercedes. El barco, perteneciente a la Armada, regresaba a España cargado con oro, plata, telas de vicuña, quina y canela.
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A bordo de él viajaban trescientas personas —la mayoría, dice David Botello, "civiles que vuelven de Montevideo"—. Entre esas almas estaba también la del comandante vasco José Manuel de Goicoa y Labart, cuyo papel en este hecho merece la pena destacar.
Pero esta fragata no navegaba sola: junto a ella iban otras tres, Medea, que era el buque insignia; Fama y Santa Clara. Todas estaban bajo el mando del brigadier don José de Bustamante y Guerra. Por entonces, entre Inglaterra y España reinaba la paz: los primeros habían levantado el bloqueo atlántico que mantenían sobre los segundos, de modo que los barcos podían navegar por el mar océano con total tranquilidad… o eso parecía.
Al amanecer del 5 de octubre, las fragatas de Bustamante divisaron, frente a la costa de Portugal, el cabo de Santa María. La travesía llegaba a su fin. Sin embargo, en ese instante aparecieron también en el horizonte cuatro embarcaciones inglesas que se dirigían al encuentro de las españolas.
Bustamante, que no se fiaba, dispuso formar línea de combate. Botello dice en Follones, amoríos, sinrazones, enredos, trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX (2020) que "los piratas ingleses, o su armada, que muchas veces viene a ser lo mismo, sin previa declaración de guerra se ponen a disparar como locos a los barcos de Bustamante". Comienza la batalla del cabo de Santa María.
"La batalla de Trafalgar en 1805", obra pintada por Clarkson Frederick Stanfield
Goicoa —según el relato del historiador Antonio Pirala—, natural de San Sebastián, sitio al que iba a casarse habiéndolo hecho ya por poderes, "viendo perdida la fragata Mercedes, antes de quedar prisionero prefirió morir". Así, "mandó prender fuego a la Santa Bárbara [el compartimento donde se guardaba la pólvora] y voló con la numerosa dotación que llevaba a bordo". Mientras tanto, el resto de los barcos fueron atrapados al intentar huir y llevados a Inglaterra junto a sus tripulaciones.
TRAFALGAR: EL TESORO QUE ACABÓ EN EL FONDO DEL MAR
El ataque a la flota española en el cabo de Santa María fue muy criticado incluso en tierras inglesas. Un texto anónimo que circulaba por Londres aseguraba que "un gran delito acaba de cometerse. Una potencia amiga ha sido atacada por nuestra fuerza pública en medio de una profunda paz".
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Botello relata que "con la tontería, los ingleses se han repartido un botín de más de tres millones de pesos, entre los que se encuentran los ahorros de los soldados que volvían a casa después de años de servicio". España exige al Gobierno inglés que devuelva lo robado, pero "por lo que se ve, el honor y la conciencia de los ingleses dejan mucho que desear, porque se niegan a pagar".
España estaba gobernada en esos años por el rey Carlos IV, aunque en la sombra el poder lo ejercen la reina María Luisa de Parma y su principal ministro: Manuel Godoy. Es este el encargado de declararle al guerra a Inglaterra el 14 de diciembre de ese mismo año, 1804.
Así llegamos al mes de octubre de 1805. España no acude al cabo de Trafalgar sola, sino de la mano de la Francia de Napoleón Bonaparte. Inglaterra, por su parte, también va acompañada: en este caso, de Austria, Rusia, Nápoles y Suecia. La alianza franco-española estaba al mando del almirante francés Pierre Villeneuve y del teniente general del mar español Federico Gravina.
Columna de Nelson, monumento dedicado al almirante inglés en la plaza de Trafalgar
Botello describe a Villenueve como "un tipo muy torpe". Mientras que se refiere al almirante Nelson, capitán de la Royal Navy inglesa, como "un tipo muy listo que arenga a sus muchachos diciéndoles que 'Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber'".
La batalla arrancó el 21 de octubre de 1805 frente al cabo de Trafalgar, ubicado en la costa atlántica de Cádiz, cerca del actual municipio de Barbate, que entonces pertenecía al de Vejer de la Frontera. La flota inglesa, comandada por el almirante Horatio Nelson, aplicó una táctica innovadora y arriesgada: en lugar de formar una línea paralela a la escuadra franco-española, dividió su flota en dos columnas que penetraron perpendicularmente entre los barcos enemigos.
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Este movimiento rompió la cohesión de la alianza franco-española y permitió que los británicos atacaran por flancos y enfiladas, generando un caos que rápidamente se convirtió en ventaja estratégica. Durante el combate, la valentía de los marinos españoles y franceses se manifestó en enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre los navíos, aunque la inferioridad táctica y la falta de coordinación jugaron en su contra. El almirante Federico Gravina resultó gravemente herido y falleció poco después, lo que desmoralizó a la flota aliada. Por su parte, Nelson logró mantener la moral de sus hombres hasta el final, aunque también cayó en combate.
"El almirante inglés Nelson dio pruebas de que si Napoleón parecía invencible en tierra, la marina inglesa dirigida por él lo era en el mar", asegura el también historiador Manuel Fernández Álvarez en España. Biografía de una nación (2010). El madrileño habla de esta batalla como "la peor derrota naval de España", mientras que Antonio Domínguez Ortiz se refiere a ella en España, tres milenios de historia (2000) como "la más dura; la tumba de la marina española".
"Combate naval de Trafalgar", Justo Ruiz Luna (1890)
Pérez Galdós, sin embargo, habla de Trafalgar en unos términos más románticos. El novelista dice que "todo se perdió como un tesoro que cae al fondo del mar. (...) ¡Cuánto desastre, Santo Dios, causado por las torpezas de un solo hombre!"