"Hasta 2027": el paralelismo entre la actitud del Gobierno de Sánchez y uno de los personajes más recordados del siglo XIX español
Bolaños y Alegría aseguran que la disposición del Gobierno es acabar la legislatura a pesar de la ruptura con Junts
El infante Carlos María Isidro de Borbón retratado por Vicente López Portaña (1823)
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ha explicado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que la intención del Ejecutivo de Sánchez es agotar la legislatura, es decir, seguir trabajando hasta 2027, a pesar de la ruptura del acuerdo con los independentistas de Junts.
Alegría ha apuntado que todas las relaciones tienen "altibajos" y ha insistido en que la voluntad del Gobierno es seguir "trabajando, dialogando y negociando". Acto seguido, y en clara referencia a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), ha pedido que no se infravalore "la capacidad de diálogo y persuasión" que pueda tener el Gobierno para sacarlos adelante.
Pilar Alegría durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del 28 de octubre de 2025
En la misma línea, el ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, ha recordado que van a seguir trabajando, como llevan haciendo desde el año 2018, y esforzándose para lograr acuerdos, "con una hoja de servicios más que positiva para nuestro país".
Estas declaraciones llaman la atención teniendo en cuenta que, con el paso de los de Puigdemont a la oposición, se rompe la "mayoría progresista" que llevó a Pedro Sánchez al Palacio de la Moncloa. Los de Ferraz cuentan, en un principio —aunque para ello tengan que ceder en sus pretensiones—, con el apoyo de 172 diputados (PSOE, Sumar, ERC, EH Bildu, PNV, Podemos, BNG, Coalición Canaria, Compromís y José Luis Ábalos), frente a los 178 que suma la oposición (PP, Vox, Junts y UPN).
Esta actitud de seguir adelante aunque el edificio se desmorone recuerda, en cierto modo, a la de uno de los personajes más destacados del siglo XIX: el infante Carlos María Isidro, quien, perdida toda posibilidad de ceñirse la Corona de España, siguió titulándose Carlos V hasta su muerte.
Retrato de Carlos María Isidro de Borbón
LA CUESTIÓN SUCESORIA
Antes incluso que reinar, el objetivo o la tarea a la que todo rey tiene que entregar todos sus esfuerzos, es la de proveer a la Corona de un heredero, es decir, tener hijos. Con la muerte de la reina María Josefa Amalia de Sajonia en 1829, Fernando VII se vio con 45 años y sin descendencia.
Y para demostrar que es cierto aquello de que "nunca llueve a gusto de todos", lo que para el rey era un asunto de Estado, para su hermano, el infante Carlos María Isidro, y para los partidarios de mantener el absolutismo representaba una esperanza: la posibilidad de alcanzar el Trono.
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Es por eso que la boda de Fernando con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y su posterior embarazo no sentó nada bien en el bando realista que soñaba con expulsar del tablero político a los liberales y regresar al Antiguo Régimen.
El embarazo de la reina María Cristina todavía les daba una última posibilidad: que el bebé que naciera fuera una niña. Cuando Felipe V accedió al Trono de España trajo consigo la Ley Sálica, una norma que solo permitía reinar a los varones.
En Castilla, desde tiempos de Alfonso X "el Sabio", regía una ley que estaba recogida en las llamadas Partidas por la cual se "permitía el ascenso al trono de una princesa cuando, muerto el rey, su padre, este no dejaba ningún hijo varón". Esta norma estuvo derogada en España hasta que Carlos IV la restauró, "pero con la peculiaridad de no hacer pública tal decisión", explica Manuel Fernández Álvarez en España. Biografía de una nación (2010).
"La familia de Carlos IV", Francisco de Goya y Lucientes (1800)
Quien si que se atrevió a hacerla pública fue su hijo, el rey Fernando VII, que —más movido por la necesidad que por una firme convicción— publicó "en la Gaceta la Pragmática sanción por la que, 'si el Rey no tuviera hijo varón, heredará el Reino la hija mayor'".
los sucesos de la granja
La noticia no debió sentarle muy bien a Carlos María Isidro ya que, durante una grave dolencia del rey —estando casi en su lecho de muerte— y con la complicidad del ministro de Gracia y Justicia, Francisco Tadeo Calomarde, intentó arrebatarle el Trono a su sobrina, la princesa Isabel.
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La princesa de Asturias tenía en ese momento dos años, por lo que la principal garante de sus derechos dinásticos era su madre, la reina reina María Cristina, quien tiempo después reconoció haber participado en los sucesos de La Granja por miedo al estallido de una posible guerra civil.
David Botello, cuenta en Follones, amoríos, sinrazones, enredos, trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX (2020) que "como ella [María Cristina] no quiere ser responsables del derramamiento de sangre, sigue 'el ejemplo de la mujer cuyo hijo quería Salomón hacer partir, y que ella gritó: no partir, no matarle, más vale dárselo a la otra entero'".
Fernando VII se recuperó —apunta Botello— "y, cuando se da cuenta de la que le han liado, pone el grito en el cielo, vuelve a imponer la pragmática sanción y se concentra en neutralizar a Carlos". El rey tomó la decisión entonces cambiar su Gobierno por uno de carácter más moderado, es decir, abierto a aplicar reformas, que encabezó Francisco Cea Bermúdez. "A Carlos María Isidro —continua Botello— se le permite irse o se le invita a marcharse a Portugal con la familia".
A REY MUERTO, REY PUESTO
Pero poco más vivirá Fernando VII. "El Deseado", pero también "el Felón", murió a finales del mes de septiembre del año 1833 a los 48 años de edad. El rey dejó como única heredera a una hija de tres años —gracias a la intervención de su cuñada, la infanta Luisa Carlota— frente a un tío que no había renunciado a reinar con el nombre de Carlos V.
"La enfermedad de Fernando VII", Federico de Madrazo (1833)
Así las cosas, mientras en el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial se enterraba al monarca, "un tipo llamado Manolo González, funcionario de Correos, se subleva en Talavera al grito de: '¡Viva Carlos V!", dice Botello. Pese a que es neutralizado por las autoridades, González había plantado, sin saberlo, la semilla de la Primera Guerra Carlista. Las calles se llenaron de gente que defendía los fueros frente al centralismo madrileño y gritaba: "'Viva la religión! ¡Viva el rey! ¡Abajo la nación!"
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Esta guerra civil concluyó en julio de 1840, siete años después de haber estallado, y supuso el afianzamiento de Isabel II en el Trono español. Pero ¿por qué perdieron los carlistas la guerra? Además, de por la más que clara inferioridad numérica, Antonio Domínguez Ortiz explica en España, tres milenios de historia (2000) que la causa realista "tenía un fallo inicial, su candidato, el presunto Carlos V, era una nulidad ideológica; de su insigne homónimo no tenía más que las siglas".
Domínguez explica que el infante "solo tenía dos ideas bien claras: que nada debía innovarse del régimen absoluto y que sus vasallos tenían el deber de combatir para colocarlo en el trono que le correspondía como rey legítimo" Sin embargo, estos argumentos no fueron suficientes para vencer al bando cristino o isabelino con el que firmaron la paz con el Abrazo o Convenio de Vergara.
Poco antes de este hecho, el 14 de septiembre de 1839, cruzó la frontera francesa y se instaló en Bourges con su mujer e hijos. Allí, el 18 de mayo de 1845, abdicó en su hijo Carlos Luis, que adoptó el título de Carlos VI, con la intención de que este contrajese matrimonio con su prima Isabel II.
"Carlos María Isidro de Borbón y Borbón-Parma, infante de España", Francisco de Goya y Lucientes (1800)
Carlos María Isidro de Borbón y Borbón-Parma se aferró, como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a una realidad que ya no existía —si es que alguna vez existió— o que solo era realidad en su imaginación. El infante perdió la mayoría de sus apoyos y tuvo que resignarse a aceptar que jamás reinaría en España, y menos bajo el título de Carlos V.