Menos del 6% de los profesores ha recibido formación específica sobre acoso escolar

En España, casi dos alumnos por aula reconocen sufrir acoso escolar, una de cada tres víctimas guarda silencio por miedo

Acoso escolar
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Acoso escolar

Iñigo Jodra

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El 70% de los profesores en España asegura sentirse capacitado para identificar signos de posibles problemas de salud mental entre su alumnado. Los más frecuentes son ansiedad, estrés, y acoso escolar, frente al que solo el 5,6% afirma haber recibido una formación específica.   

Además, cuatro de cada diez profesores reciben confidencias de sus alumnos al menos una vez por semana, y uno de cada cinco asegura que esto ocurre prácticamente a diario.

 Señales para detectar el acoso  

Detectar un caso de acoso no siempre es fácil. Los expertos inciden en la importancia de observar; fijarnos en los cambios de comportamiento, el aislamiento o la pérdida de interés por las actividades habituales.   

Entre las señales más habituales, los docentes mencionan la bajada del rendimiento académico, el deterioro de las relaciones sociales y la falta de ilusión o autoestima Las palabras, los silencios y los pequeños gestos pueden ser las primeras pistas de una situación de acoso, por lo que la atención temprana resulta clave.

 Cómo actuar

Egido recalca la importancia de observar, conocer a nuestros alumnos para detectar cambios que nos alerten de un posible caso de acoso. Una vez detectado, los docentes deben activar los protocolos de actuación: “Si observo cualquier cambio que pueda suponer que el niño está sufriendo una situación de acoso, intervengo, protejo al niño y después me pongo en contacto con el tutor, jefe de estudios, dirección y orientador. Con toda la información recabada, informamos a los padres y lo elevamos”. 

Los docentes coinciden en la implantación de nuevos protocolos de salud mental en las aulas, aunque solo un 34% dice estar informado de los ya existentes. El primer paso, apunta la psicóloga, es que todo el equipo docente conozca a fondo los protocolos y sepa ponerlos en funcionamiento. 

Además, debe ser un trabajo en equipo, en el que todos los miembros, incluidas las familias, trabajen juntos, valoren la situación e implanten medidas de protección inmediatas. Del mismo modo, señala que debe haber “consecuencias evidentes y ejemplares” para los acosadores.

 Falta de empatía  

Los docentes observan en sus aulas una falta de empatía y de inteligencia emocional, que puede provocar conflictos y problemas de convivencia. Según señalan, los alumnos tienen problemas para gestionar sus emociones y comprender las de los demás. 

Una de las claves para frenar el acoso, insiste la psicóloga, es educar este aspecto en edades tempranas: “Los niños que acosan muchas veces no saben lo que están haciendo ni las consecuencias que tiene. A estos niños hay que enseñarles a identificar que eso es acoso o agresión”, explica Egido.

En España, casi dos alumnos por aula reconocen sufrir acoso escolar, y una de cada tres víctimas guarda silencio por miedo.

 El impacto de las redes sociales  

Las redes sociales han cambiado la forma de relacionarse, y también de acosar. La psicóloga advierte de algunas de las facilidades que estas nuevas herramientas pueden suponer para el acosador: “Se esconden detrás de un perfil y, además, pueden acceder a la persona agredida a cualquier hora, ni siquiera está protegido en su casa. Además, la información fluye más rápido y llega a más personas con un clic”. 

El ciberacoso multiplica la exposición de la víctima y amplifica el daño. La burla o el insulto dejan de ser un acto aislado para convertirse en algo público, viral y persistente Los expertos recomiendan reforzar la educación digital y fomentar la responsabilidad en el uso de las redes tanto en los colegios como en las familias.  

 Consecuencias del bullying  

Las secuelas del acoso escolar son profundas y duraderas. Egido alerta de que “las personas que sufren acoso tienen miedo a la relación social. Se generan trastornos de ansiedad, depresión, tristeza profunda o, incluso, sentimientos de inutilidad. Muchas de las víctimas llegan a pensar que “hay algo malo en mí” o “soy yo el problema”. Esto es muy grave a corto plazo, pero, sobre todo, a medio y largo plazo”. 

Según señalan los profesionales, expresiones de este tipo no hay que dejarlas pasar: “Debemos preguntar al niño e indagar en por qué dice o piensa eso. No hay que dejarlo como un simple comentario”, indica Egido.  Estos hechos debemos atajarlos con la mayor brevedad posible ya que, en los casos más graves, el acoso escolar puede llevar a la víctima a provocarse autolesiones o, incluso, a la ideación suicida.

Los datos son alarmantes, la relación entre bullying y suicidio preocupa especialmente a los expertos. El 20,4% de las víctimas declara haber intentado quitarse la vida alguna vez; entre los acosadores, el porcentaje es del 16,8%. En los casos de ciberacoso, la incidencia es aún mayor: un 21,1% de las víctimas y un 24,9% de los agresores aseguran haberlo intentado.

Estas cifras evidencian que el acoso escolar no es un conflicto menor, sino un problema de salud mental con un impacto devastador en la vida de los jóvenes.

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