Esto es lo que tu cuerpo intenta decirte cuando se te congela el cerebro con un helado: "Secuela"

Un experto explica cuál es la verdadera razón detrás de esa reacción en nuestro cuerpo

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Mujer con un helado

Juan Domingo Pérez

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3 min lectura

Es muy probable que al menos una vez hayas sentido ese repentino de dolor en la cabeza justo cuando disfrutabas de un helado, granizado o una bebida muy fría. Esa sensación, popularmente llamada cerebro congelado, es mucho más normal de lo que parece, y como otras grandes preguntas de la vida, tiene su explicación científica.

El anestesista y divulgador David Callejo, conocido en redes por explicar a la gente aspectos de la medicina de forma clara, divertida y con ejemplos cotidianos, ha hecho un vídeo recientemente en el que comienza preguntando: "¿Os ha pasado estar tomando un helado y sentir que se te congela el cerebro? Pues sepáis que es algo frecuente".

Una reacción natural

Ese molesto dolor no aparece por casualidad, sino que es un mecanismo de defensa de nuestro organismo. Callejo explica que al tomar algo congelado, "el frío causa una vasoconstricción de los vasos sanguíneos del paladar y la cabeza. Los vasos se hacen más pequeños y llega menos sangre a esa zona".

El problema es que en esa esta zona está el cerebro que, como explica el médico con humor, "es muy dramático y siempre quiere sangre". Para compensar esta falta de flujo sanguíneo, el cuerpo realiza una reacción inmediata: "Va a activar reflejos que generan una vasodilatación, va a hacer grandes los vasos sanguíneos y llegará mucha sangre de golpe a la cabeza".

Este cambio tan repentino es lo que hace que tengamos esa sensación de dolor que todos identificamos como cerebro congelado.

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chica con el cerebro congelado

Dolor rápido y pasajero

Aunque sea un dolor intenso, lo cierto es que no dura casi nada. Sobre esto, el experto manda un mensaje que tranquilizante, ya que "el dolor aparece en segundos y por suerte se va en un minuto, sin ninguna secuela".

No todo el mundo los sufrirá con tanta recurrencia, hay personas que son más propensas a experimentar el cerebro congelado. Callejo afirma que "es más típico de adolescentes y personas que han tenido migraña en algún momento de su vida". El sistema vascular reacciona de manera exagerada a estímulos fríos, lo que explica por qué algunos los tienen con más frecuencia que otros.

¿Cómo evitar que se congele el cerebro?

Existe una solución que, aunque parezca evidente, es el mejor truco para prevenir esta sensación. Según Callejo, lo mejor es no apresurarse al comer: "el truco para evitarlo es ir poquito a poco con los helados y granizados y calentarlos antes con la lengua"

De esta forma, cuando el alimento entre en contacto con el paladar, su temperatura no será tan extrema, lo que reducirá el riesgo de que se active el reflejo vascular.

Lo curioso es que este consejo coincide con lo que muchas personas han escuchado toda la vida en sus casas. "Si es que vuestra abuela tenía razón, como tantas otras veces" cierra de forma graciosa Callejo su vídeo, recordando que la sabiduría de nuestros mayores a veces se adelanta a las explicaciones médicas.

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Cuatro amigos se ríen en grupo mientras se comen un helado

La capacidad de respuesta inmediata

Más allá de lo anecdótico, este fenómeno demuestra la capacidad del cuerpo humano para responder de forma inmediata a los cambios extremos en el organismo. El hecho de que un simple helado desencadene un dolor tan evidente en cuestión de segundos, nos reafirma lo sensible que puede llegar a ser y lo preparado que está para protegerse de cualquier ataque.

Del mismo modo, la explicación del experto sirve para tumbar mitos. Mucha gente piensa que sea reacción, se trata de un problema grave o creen que el frío puede dañar el cerebro, cuando en realidad es un reflejo pasajero que no deja secuelas. No hay que preocuparse, ni tampoco dejar de disfrutar de un helado por miedo al dolor.

Así que ya lo sabes, lo próxima vez que sientas una punzada mientras tomas un helado, recuerda que lo que estás experimentando es simplemente una respuesta natural de tu cuerpo. Callejo lo explica muy bien al decir: “el dolor aparece en segundos y por suerte se va en un minuto”.