Al despuntar esta desviación, Justino, Emperador de Constantinopla, trata de eliminar esta herejía, al ordenar cerrar todos los templos de culto arriano. Teodorico marcha a la Ciudad Eterna a pedir al Papa que frene tal decisión, petición que será en vano. Cuando el Pontífice viaja para poner paz, la gente de Constantinopla sale a recibirle. Su intento de buscar la reconciliación, hace que sólo se cierren algunos templos arrianos, pero se impide a estos herejes ocupar lugares públicos. Y Teodorico se encendió en furiosa rabia, y al llegar el Santo Padre a Ravena (la ciudad donde el rey vivía) lo hizo encarcelar y fueron tan crueles los malos tratos, que al poco tiempo murió. Junto con el Papa fueron martirizados también sus dos grandes consejeros, Boecio y Símaco. Iconografía: Se le representa con el sello donde se ve su efigie y se contempla su busto. Otros Santos: Claudia, Julita y Rafaela María.