PUEBLOS SUMERGIDOS
Los tesoros escondidos que pueden visitarse en Galicia por el bajo caudal
Lorena Rodríguez de la Torre
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Lorena Rodríguez de la Torre
La sequía en Galicia deja estampas que en abundancia no podrían captarse con tamaño esplendor, pues los pueblos que hoy se ven al descender considerablemente la capacidad de los embalses estarían más sumergidos si las condiciones fuesen otras y no las actuales.
Con los embalses en situación de prealerta al situarse por debajo del 50 por ciento de su capacidad, en numerosos municipios ha quedado al descubierto todo tipo de vestigios y construcciones que en otras épocas sería impensable ver tan bien, tales como aldeas, castros o petroglifos que con la falta de lluvias vuelven a salir a flote y que este verano se pueden visitar e inmortalizar.
En la localidad ourensana de Bande, de apenas 1.500 habitantes, disfrutan de numerosos tesoros, el más espectacular, seguramente, el campamento militar Aquis Querquennis también conocido como "A Cidá".
Considerado uno de los complejos arqueológicos más importantes de Galicia, el campamento romano de Aquis Querquennis es uno de los referentes turísticos de la provincia. Esta construcción no siempre puede ser visitada al completo, ya que cuando sube el nivel de agua del embalse al menos parte queda anegada. Fuentes consultadas por Efe han explicado que esta construcción se deja ver, en mayor o menor medida, buena parte del año y no solo en verano.
Las últimas excavaciones realizadas en los últimos años han permitido identificar el campamento militar, en el que vivían cerca de 600 personas, la mansión Viaria, que era una posada para los viajeros que pasaban por la Vía Nova, que unía Braga y Astorga.
Cerca del campamento está el centro de Interpretación Aquae Querquennae-Vía Nova, que alberga el museo de la Quarquernia, así como las pozas de aguas termales donde supuestamente se habrían asentado los romanos.
A menos de treinta kilómetros de distancia de Bande, ya en el límite con Portugal, otro de los tesoros es el pueblo de Aceredo, en el embalse de Lindoso, un pueblo desaparecido en el año 1992, cuyas ruinas han quedado al descubierto debido al descenso del nivel de agua desde hace meses.
La construcción realizada en los años 90 nació de un acuerdo entre las dictaduras de Franco y Salazar y borró del mapa las casas que se levantaban en estos pueblos de A Reloeira, Buscalque, O Bao, y Lantemil, en 1992, convirtiéndose en el fin para estas cuatro aldeas. Las edificaciones que quedaron anegadas el 8 de enero de 1992, hace tres décadas, atraen cada año a decenas de curiosos.
La provincia de Lugo también disfruta de su particular "Atlántida gallega", como es Portomarín, a orillas del Miño, uno de los ríos que mejor reflejan cada verano las consecuencias de la falta de agua durante la época estival.
La actual falta de agua permite a los turistas y curiosos pasear por las antiguas calles de Portomarín. Los habitantes del municipio no son ajenos a las dificultades que supone el desabastecimiento de agua y la necesidad de cumplir con ciertas medidas extraordinarias de ahorro, al igual que sucede en otros ayuntamientos del interior y sur de Lugo.
Por otro lado, su particularidad al ser un pueblo trasladado a mediados del siglo XX para la construcción del embalse de Belesar deja a la luz las ruinas del pasado, que durante estos días se pueden visitar a pie.
Cualquier persona puede atravesar el río por cualquier punto sin mojar los zapatos, ha explicado a Efe el alcalde, Pablo Rivas, quien asegura que se ven perfectamente en las dos márgenes del Miño y, además, ya es habitual que en los últimos años permanezcan visibles con bastante asiduidad.
Con todo, precisa el regidor que la situación de sequía de este año no es habitual. El embalse ya estaba muy bajo en los últimos meses, y ahora la situación es peor, lamenta.
A mediados del verano, ya llegando septiembre, siempre se notaba este nivel bajo en las captaciones de agua, pero este verano se está adelantando todo, ha apuntado el regidor.
No obstante, los habitantes del pueblo también tienen en cuenta el lado positivo, puesto que al ser una parada obligada dentro del recorrido del Camino Francés, los peregrinos que hacen ruta durante estos días se pueden llevar una postal única de su paso por Portomarín.
En el listado de monumentos emergidos, normalmente figura Castro Candaz, situado en el embalse de Belesar pero ya dentro del término municipal de Chantada.
No obstante, este verano, de momento, aún se encuentra bajo las aguas del río Miño, cuando en otros años por la misma época ya se veía, según sostiene el regidor, Manuel Lorenzo Varela.
"El embalse está muy bajo, pero no tanto como otras veces", zanja el primer edil chantadino, quien también advierte de que, con todo, en lo que concierne a la sequía, "aún quedan dos meses complicados, o más". Y esa instantánea es posible. EFE
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