Las virtudes de un estadista
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ahora que todas las cartas están prácticamente echadas sobre el desafío soberanista del Parlamento catalán, bueno es recordar que en su célebre tratado sobre la política, Aristóteles ya afirmaba que la verdadera garantía de un buen gobierno consiste en vigilar la ejecución de las leyes y no permitir nunca la menor infracción. Esta afirmación sigue siendo una piedra angular para las modernas democracias, junto al ejercicio de las cuatro grandes virtudes que todo buen político debe practicar: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.Se habla de actuar con la debida “proporcionalidad” frente al desafío a la legalidad del Parlamento autonómico. Dicha “proporcionalidad” no puede ser otra que la aplicación de la ley, siguiendo el rumbo que marque el Tribunal Constitucional cuando estudie la impugnación que le someterá el Gobierno hoy mismo, que ya cuenta con la “luz verde” del Consejo de Estado. Ante la rebelión antidemocrática no cabe más que la aplicación de la ley, algo que desde primer momento viene diciendo el presidente Rajoy. Afortunadamente, ahora con el apoyo expreso del principal partido de la oposición, el PSOE, y del emergente Ciudadanos. Nada que temer, en consecuencia: dentro de la ley se podrán encontrar las soluciones adecuadas. Fuera, sólo quedan la arbitrariedad y la injustica.