Esperan con ilusión el nacimiento de sus hijos a pesar de que saben que van a morir

Narciso cuenta que la niña que estaba esperando viviría muy poco, al no tener muy desarrollados los pulmones. Ese verano la familia no podría ir a la playa. Pensó que sería un verano un poco triste porque sus hijos no estarían disfrutando del verano en la playa, pero no fue así, puesto que los niños pudieron disfrutar de sus padres más que en cualquier momento del año, lo que les unió más. Por su parte, José Antonio narra que su mujer fue a un control rutinario cuando le comunicaron que su hijo no viviría mucho tiempo al tener el síndrome de Edwards. A pesar de todo ambos pudieron conocer a sus hijos, aunque tan sólo fuera por unos instantes. En ese breve periodo de tiempo, les dieron todo el cariño y amor posible. Narciso y José Antonio agradecen el avance de la medicina, ya que les permitió vivir la gestación de sus hijos con gran intensidad.