MADRID
Agua de borrajas
Tres ovaciones, una para el madrileño Martín Escudero y dos para el peruano Joaquín Galdós, fue el balance del decepcionante mano a mano novilleril celebrado este domingo en la plaza de Las Ventas.

Natural de Joaquín Galdós durante el mano a mano que le ha enfrentado a Martín Escudero en Madrid. LAS-VENTAS.COM
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Volvían a Las Ventas los caídos de San Isidro: Martín Escudero y el peruano Joaquín Galdós, dos novilleros que derramaron su sangre en el albero venteño en la novillada del pasado 25 de mayo, en la que hacían, además, su debut en la primera plaza del mundo, y que hoy disfrutaron de una segunda oportunidad, batiéndose mano a mano.Madrid, plaza con memoria, así lo supo reconocer al brindarles una merecida ovación al término del paseíllo. Pero luego el toro, en este caso el novillo, se encargó de poner las cosas en su sitio.No funcionó el envío manso y deslucido de José Vázquez, del que sólo se prestó uno al lucimiento, el segundo, con el que, sin embargo, el peruano Galdós no estuvo bien con él, sin pasar de los detalles.Metió la cara de maravilla el utrero en la muleta, humillado, con ritmo y temple; y el peruano anduvo demasiado forzado y perfilero en una labor más de cara a la galería, por la manera de entrar y salir de las suertes, que de asentamiento y hondura.Ligó las tandas Galdós con largura, limpieza y hasta despaciosidad, sí, pero el toreo lo ejecutó siempre en línea recta, hacia fuera y sin estrecharse lo debido, lo que propicio que la faena tuviera tantos partidarios, que alabaron su puesta en escena, como detractores, que censuraron tantas ventajas.Al cuarto, que amagó con saltar al callejón, tampoco le sobró la casta, muy abanto en los capotes, rebotado de caballo a caballo, y rajándose también en las probaturas de la muleta. Galdós puso empeño en tratar de sacarlo de su guarida, lejos de la cual apenas tuvo un pase, motivo por el que su quehacer no llegó a ninguna parte.Con al tarde ya en las últimas, tampoco resolvió nada del otro mundo Galdós con el sexto, novillo frenado y muy informal, con el que volvió a estar solvente pero sin brillo.Al primero de Martín Escudero le costó un mundo entrar en el caballo, manseando y adoleciendo poca fortaleza a pesar de que no colocara mal la cara en el capote del lidiador Jarocho. En la muleta fue noble el animal, aunque con poca transmisión, y con tendencia a defenderse y soltar la cara.El joven madrileño no acabó de pulsear las embestidas del inicio, ni de acoplarse tampoco después a lo largo de una labor en la que se le vio fácil, aunque sin llegar a trascender.El tercero fue igual de manso, o más, pues además de no emplearse en ningún momento, anduvo buscando la salida constantemente, marcando pronto la querencia, donde medio se movió pero protestando una barbaridad.Escudero le buscó las vueltas, probó terrenos, y hasta le sacó un par de tandas meritorias a derechas, mas al verse dominado, el animal volvía a sus trece de acudir al refugio de las tablas. El hombre todavía se metió con él, ahora al natural, para salir airoso de la situación, pues sin ser faena de triunfo, tuvo el poso del oficio y la disposición.El quinto fue novillo brusco, que pegaba hachazos más que embestir en la franela de un Escudero firme y con recursos para salir del trance, aún sin acabar tampoco de domeñarlo en ningún momento.Al final de la tarde la sensación fue de decepción, que el mano a mano que tanto interés había despertado quedó en agua de borrajas.
, domingo 14 de junio de 2015. Algo más de un cuarto de plaza.
Novillos de
, bien presentados, mansos y deslucidos, con la excepción del buen segundo, que tuvo clase, temple y ritmo en las embestidas. Tercero y cuarto se rajaron enseguida; bronco el cuarto; insulso el primero; y deslucido el sexto.
, silencio, ovación tras aviso y silencio tras aviso.
, ovación, silencio tras aviso y ovación.