Uno de los datos que certifican el grado de libertades públicas de un país es la libertad de información. Los venezolanos carecen de muchos bienes de primera necesidad y uno de ellos es, precisamente, la información. Para poder informar libremente de lo que sucede en Venezuela, la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar crearon hace seis años un proyecto conjunto que se llama Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (ENCOVI). Se acaba de presentar el último Informe y las cifras son alarmantes. El 79,3% de los venezolanos, 22 millones de personas, viven en condiciones de pobreza extrema, y el 30% de los menores padece desnutrición en niveles similares a los de Chad o Camerún. El 96,3% de los hogares viven en condiciones de pobreza y su gasto medio en alimentos ronda los 20 $.

Además, cinco millones de venezolanos, de entre 30 y 49 años, se han exiliado, lo que significa que cada familia venezolana tiene por lo menos a uno de sus miembros en el exilio. Las cifras de muertes violentas han alcanzado las 16.500, de las cuales un tercio tienen como responsables a los cuerpos de seguridad del Estado.

Las cifras hablan por sí solas. Veinte años de chavismo han reducido a uno de los países más ricos del mundo en reservas de petróleo, hierro y oro a un proceso de africanización alentado por el castrismo y sostenido por unos aliados internacionales que se comportan como viles usureros. Hasta cuándo puedan resistir los venezolanos es un misterio.