La comparecencia en el Congreso, con carácter de urgencia, del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, apenas aportó novedad sobre la peligrosa crisis de Ucrania. Parecía que todo su discurso estaba pensado para convencer a Podemos de la necesidad de no mostrar fisuras en el seno del Gobierno en plena tensión internacional. Como contraste, lo que hizo el ministro fue exhibir el desprecio de su Gobierno hacia Partido Popular, mientras pedía unidad frente al desafío de Rusia. Este doble discurso se vio acentuado con la presencia en La Habana de un dirigente del partido socialista, Julio Navalpotro, enviado especialmente para mantener un "diálogo político" con el Partido Comunista cubano.

Lo llamativo es que, casi al mismo tiempo, el ministro Albares insistía una y otra vez en la firmeza de España en defensa de los valores fundamentales europeos. Estos valores, recogidos en el Tratado de Lisboa, son el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, justo lo que rechaza la Cuba comunista, sin que el Gobierno de Sánchez pestañee. Volviendo a Ucrania, una vez que la Unión Europea ha asumido su responsabilidad en la crisis, cabe esperar que el diálogo y la disuasión, como estrategia diplomática coordinada con los EEUU, convenzan a Putin de que un ataque a Ucrania tendría tremendas consecuencias. Lástima que el Gobierno de Sánchez se haya empeñado en despreciar el diálogo con la oposición, desdeñando el apoyo del PP en solidaridad con Europa.