El banco UBS ha accedido a comprar a Credit Suisse por 3.000 millones de euros, después de un fin de semana de intensas negociaciones auspiciadas por las autoridades suizas. En esta crisis financiera se ha vuelto a producir el clásico error de pensar que el tiempo, y solo el tiempo, es necesariamente una garantía de éxito. Bastaría invertir en un producto adecuado. Esta mentalidad, casi de un modo imperceptible, se cierra a los imprevistos. Todo debería entrar dentro de un sistema preconcebido: un mundo sin inflación y con tipos bajos. Siempre pasa lo mismo: cada cierto tiempo algunos economistas decretan el fin de la historia. Cuando, en realidad, sabemos que un exceso de liquidez provoca un aumento de la inflación.

Una pandemia, una crisis en la cadena de suministros (nos habíamos olvidado de que consumimos cosas que se producen muy lejos) y una guerra han provocado una subida de precios. Después de décadas inyectando liquidez en el sistema para evitar una crisis de demanda, ahora hay que volver a luchar contra la inflación: sube el precio del dinero y la liquidez empieza a escasear.

Ahora hay que volver a gastar grandes cantidades de dinero de todos para evitar que las quiebras provocadas por la irresponsabilidad de algunos nos arrastren. Vuelve el debate sobre el riesgo moral. Hay que rescatar los depósitos. Algunos han asumido riesgos excesivos sabiendo que otros, que no eran beneficiarios, los iban a salvar. Es la avaricia, pero no solo. El sentido de responsabilidad disminuye en la abstracción de un sistema despersonalizado.