El Partido Socialista de Navarra ha movido ficha. Los resultados del pasado día 26 le resultan difíciles de aceptar y sus maniobras de aproximación a los nacionalistas vascos de Geroa Bai no se han hecho esperar. Los 20 escaños de la coalición de centro-derecha “Navarra Suma” le han dado una clara victoria, pero insuficiente para formar gobierno sin el apoyo, o al menos la abstención, del PSOE. El conjunto de Navarra Suma y el PSOE refleja una amplia mayoría constitucionalista, pero los socialistas prefieren gobernar con el nacionalismo vasco, la extrema izquierda, y el asentimiento de los proetarras de Bildu.

Nadie puede creerse, por mucho que lo digan Chivite y Ábalos, que esa hipotética mayoría sea sinónimo de progreso. Los nacionalistas de Uxue Barkos no son progresistas, como tampoco lo es el PNV, que anima esta operación. Si el PSOE con sus 11 escaños consigue gobernar gracias al silencio de Bildu y a los escaños de Geroa Bai, los navarros sabrán que el pacto se firma con quienes trabajan por la anexión de Navarra al País Vasco y el blanqueamiento de los amigos de Otegi.

El futuro Presidente del Gobierno está ante una decisión de grave trascendencia. Si el PSN sigue adelante, ¿estará respetando la voluntad de sus votantes? ¿Los intereses de Geroa Bai y Bildu, son los de los votantes del PSOE? Eso es lo que Pedro Sánchez debe responder.