El próximo domingo los peruanos están convocados a las urnas. Seis candidatos llegan a las presidenciales prácticamente empatados en primera vuelta. Todo el espectro político está representado en estas elecciones, desde la hija de Fujimori, pasando por un mal llamado centro populista, la derecha y la izquierda moderada, y los candidatos en los extremos izquierdo y derecho del mapa electoral.

La fragmentación política y la crisis de un sistema que ha visto como desde 2001 hasta el día de hoy todos los expresidentes han tenido que abandonar el Gobierno acusados de corrupción, hacen que el voto de los 25 millones de peruanos que el domingo están convocados a las urnas sea un enigma. El descrédito político, los efectos sociales de la pandemia, la corrupción en la distribución de las vacunas y el hartazgo ciudadano son un buen caldo de cultivo para los discursos que ofrecen recetas sencillas para problemas complejos, al tiempo que exacerban las pasiones ciudadanas.

El escenario es preocupante porque en democracia es imposible gobernar sin apoyo social a las instituciones y sin el reconocimiento de la legitimidad e quienes tienen en sus manos la tarea del gobierno. Si los sondeos se confirman, los candidatos llegarán a la segunda vuelta con un porcentaje de apoyo que no superará el 10% de los votos cada uno. En esas circunstancias la gobernabilidad del país, sea quien sea el próximo Presidente de la República, requerirá prodigios de habilidad o unas nuevas elecciones para alcanzar la estabilidad necesaria para enderezar la vida política nacional.