El Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado por primera vez, tras cuatro intentos fallidos, una resolución en la que pide un alto el fuego en la guerra de Gaza. La resolución fue aprobada por 14 votos a favor y una abstención, la de Estados Unidos. La Administración Biden ha cambiado esta vez de posición, pero Israel tampoco está dispuesto a aceptar esta nueva resolución de Naciones Unidas y Netanyahu ha cancelado oficialmente la visita de su delegación a la Casa Blanca esta semana en señal de protesta.

Desde que comenzó la guerra se ha hecho evidente la debilidad de Estados Unidos para suavizar y racionalizar la intervención en Gaza.

Las últimas negociaciones para un alto el fuego que permita aliviar la situación humanitaria no han prosperado. Hamás ya no exige un alto el fuego permanente, pero quiere condiciones que le permitan sobrevivir tras el conflicto. Y los negociadores israelíes buscan la liberación de los rehenes y la libertad de reanudar una campaña militar para aplastar a Hamás. Son dos objetivos difíciles de conciliar.

La política de Benjamín Netanyahu está provocando que Israel se vea cada vez más aislado internacionalmente. La forma en que está conduciendo la guerra contra Hamas en Gaza, en la que llega a utilizar el hambre como arma, compromete seriamente el futuro de la zona. Estados Unidos debería dar pasos más rápidos y contundentes para que Netanyahu cambiara de actitud. La abstención en el Consejo de Seguridad no parece suficiente.