Los obispos de Venezuela están en visita ad limina en Roma. Una visita que dada la situación que atraviesa el país venezolano, no es una más. Ayer fueron recibidos por el Papa y la agenda de su diálogo estuvo marcada por la conflictividad social, la quiebra de las instituciones, la escasez de medicinas y alimentos y el éxodo masivo de venezolanos que buscan salir de una situación que se ha hecho endémica.

Los obispos venezolanos han hecho saber al Papa cuál es el estado actual de las instituciones democráticas, de las cárceles y de la represión, y han dado cuenta de los problemas y las trabas para abrir corredores humanitarios a través de los que permitir la entrada y distribución de medicinas y productos de primera necesidad.

Mienten quienes acusan al Papa de no implicarse con Venezuela. Es verdad que Francisco no tiene un programa político para Venezuela, pero sí tiene dos cosas muy claras sobre el papel de la Iglesia: que debe estar personal e institucionalmente al lado de los que más sufren y que debe mantener y mostrar su comunión. Estas deben ser las notas de la acción pastoral la Iglesia en Venezuela, que los obispos habrán de traducir, necesariamente, en compromisos y decisiones concretas sobre el terreno.