El Gobierno ha emprendido una carrera contra reloj para sacar adelante todos los proyectos que le permitan conservar los apoyos parlamentarios conseguidos en la moción de censura. Conocedor de que no puede estar parado y perder la iniciativa, Sánchez no deja de alumbrar ideas para su ofensiva del despiste aunque luego tenga que rectificar, porque le resulta más rentable tener entretenida a la oposición y a la sociedad entera, antes que hincar el diente a los problemas reales del país.

Así, lo mismo se saca de la manga una reforma exprés de la Constitución para limitar los aforamientos, que penalizar las viviendas vacías, urdir una subida de impuestos o inventarse una triquiñuela para burlar al Senado a fin de sacar adelante sus presupuestos eludiendo el control previsto por la ley. A eso se suma un continuo equilibrismo ante las maniobras de los secesionistas catalanes. La estrategia de Sánchez se ha acelerado estos últimos días como consecuencia de las revelaciones sobre posibles plagios en su ya famosa tesis. Con esta estrategia el Presidente pretende ganar tiempo, pero quien lo pierde es la sociedad española. Lo que debería hacer ya, como le ha pedido esta mañana el líder del Partido Popular, es poner fecha a las elecciones, para que la ficción deje paso a la realidad.