El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, ha afirmado hoy, a propósito de la aprobación de la nueva ley del aborto, que es hora de movilizarse en favor de la vida, cada uno desde el compromiso público que pueda adquirir. Ha llegado un momento en el que de poco sirve quedarse en las lamentaciones; es un momento singular, en el que la nueva legislación, por increíble que parezca, empeora la existente y trata de consolidar falsos derechos.

Hay que ser católicos sin miedo ni complejo alguno en la vida pública, buscando alianzas con todas aquellas personas de buena voluntad que, sin ser necesariamente creyentes, entienden la aberración y el ataque contra la misma razón que supone quitar la vida a un ser humano inocente e indefenso que va a nacer.

Hay que movilizarse y ser capaces, al mismo tiempo, de mirar más allá, de afrontar el humus cultural que hay de fondo, la dramática aceptación de la cultura de la muerte. Eso significa que no basta con la protesta, es necesaria una propuesta que vaya a las cuestiones medulares, por ejemplo, la educación. Porque sin una educación adecuada (que implique a las familias, a la escuela y al entramado social), será imposible que vaya calando una verdad tan evidente, y a la vez tan oscurecida, como es la dignidad intrínseca que posee toda vida humana.