Estados Unidos e Irán han iniciado un cauteloso proceso de acercamiento. Uno de los asuntos prioritarios en la agenda internacional de Biden es volver al acuerdo nuclear que Donald Trump decidió abandonar en 2018. Alemania, China, Reino Unido, Francia y Rusia, firmantes junto a Estados Unidos e Irán del Acuerdo sellado en 2015, serán testigos de este primer nuevo encuentro en Viena.

Tras años de arduas conversaciones, en 2015 se consiguió que Irán renunciase a seguir adelante con su programa de enriquecimiento de uranio. A cambio, el Gobierno de Irán obtenía el levantamiento de las sanciones internacionales. Trump dinamitó ese acuerdo y durante tres años Irán ha ido acumulando agravios, reales o ficticios, que ahora pondrá sobre la mesa. Además, sobre la mesa se cernirá la espiral de violencia provocada por el asesinato del general Soleimani, el derribo de un avión con 176 pasajeros ucranianos, que Irán reconoció como un error, o el bombardeo de bases estadounidenses en Irak por parte de los iraníes. Habrá que contar con otros aliados de Estados Unidos en la región, con los enfrentamientos entre suníes y chiíes, con Rusia y la Unión Europea, y también con la sociedad estadounidense, porque las amenazas terroristas en suelo estadounidense, y el posible papel de Irán en ellas, predisponen a la ciudadanía contra el acercamiento. El acuerdo está lejano, y en ningún caso supondría blanquear al régimen de Teherán. Pero si éste quiere mejorar las condiciones de vida de su pueblo, deberá demostrar que puede ser fiable en el asunto nuclear.