El Ejército, la Cruz Roja y la Guardia Civil llevan desde el lunes atendiendo a los miles de personas que han accedido a territorio europeo a través de la ciudad española de Ceuta. Y ha hecho bien la Unión Europea en recordar que Ceuta es frontera de Europa. Niños con sus madres, menores solos, adolescentes y mujeres embarazadas, son parte de las personas que esperaban pasar a España, y que han sido utilizadas por la estrategia del gobierno marroquí de tensar al máximo la frontera. Muchos de ellos han sido devueltos inmediatamente. Los menores se quedarán en España.

Es verdad que la política no lo puede todo, pero hay principios que no pueden ignorarse sino es contra las raíces de la cultura política europea. Vigilar las fronteras y prestar asistencia a quienes saltan la valla, mantener en pie el Estado de Derecho y asegurar los derechos fundamentales es parte de la misma política. Perseguir el tráfico de seres humanos y regular los movimientos migratorios es parte del mismo reto político.

Y todo eso hay que hacerlo con la conciencia clara de que España afronta un desafío de primer orden a su soberanía nacional, abonado por la torpeza y falta de claridad de nuestro gobierno a la hora de plantear nuestras relaciones internacionales. Defensa de la legalidad, inteligencia diplomática y protección de los derechos humanos, deben ir de la mano en esta compleja coyuntura.