Ante la entrada en vigor, el próximo viernes, de la ley de eutanasia, se han producido en las últimas horas algunas contundentes respuestas de la sociedad civil que indican que sigue existiendo un clamor contra una legislación gravemente lesiva para la dignidad de las personas.

Los religiosos dedicados a la sanidad han hecho público un manifiesto en el que piden el respeto a la dignidad humana y exigen “no dañar la vida ni la integridad personal, sino promover y cuidar la vida, actuando para aliviar el sufrimiento”. Los religiosos que trabajan cerca de los enfermos ofrecen su hospitalidad y su acompañamiento integral para ayudar a las personas a vivir el proceso de la muerte desde todas las dimensiones humanas, procurando aliviar el sufrimiento y comunicar la paz y la esperanza en ese difícil momento.

Por su parte, la Asamblea por la Vida, la Libertad y la dignidad, consciente de que nada impedirá su entrada en vigor, anuncia una gran manifestación en noviembre ante una ley que normaliza el desprecio a la vida. El coordinador de esta iniciativa, Josep Miró y Ardèvol, ha recordado el carácter absolutamente arbitrario de esta ley y la necesidad de proponer alternativas que permitan establecer una sociedad de cuidados, que no ceda al recurso a la muerte como falsa solución. Ante la ofensiva cultural y moral que representa esta ley de la eutanasia, es hora de aunar esfuerzos.