En un clima de polémica internacional alimentado por una desafortunada incursión en la Historia del presidente de Estados Unidos, celebramos hoy el Día de la Hispanidad. Pero no se trata solo la patochada de Biden al desfigurar la decisiva intervención de los Reyes Católicos en el descubrimiento de América. Desde hace tiempo, los líderes de buena parte de la izquierda y los portavoces de la ideología indigenista se dedican a denigrar la acción civilizadora de España en el marco de la vieja "leyenda negra" que algunos se empeñan en reavivar, pese a su inconsistencia histórica.

En todo caso, aquella fecha crucial del 12 de octubre de 1492 cambió el mundo. Y aunque en aquel dramático proceso se produjeron excesos y crímenes que fueron ya denunciados en su tiempo, suscitando un profundo debate propiciado por la propia Corona de España, no pueden quedar en el olvido la entrega de tantos misioneros, y las decisivas leyes aprobadas por los reyes para proteger a las poblaciones indígenas.

No se trata de idealizar la historia sino de valorar con rigor sus hechos, por ejemplo, el impresionante mestizaje del que es icono la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Nada de eso sucedió durante la colonización de Norteamérica por los colonos ingleses. Lo que no se puede, en todo caso, es juzgar lo ocurrido hace más de quinientos años con los parámetros de hoy, que debieran ayudar más a comprender que a condenar. El hecho incontestable es que la religión y la lengua de nuestros antepasados fueron asumidos en la América hispana como vehículos de una civilización que hoy compartimos cientos de millones de personas.