El ministro de Asuntos Exteriores, Manuel Albares, comparece hoy con carácter urgente ante el Parlamento para tratar de explicar la postura de España ante la crecida tensión entre Occidente y Rusia, a propósito de Ucrania. Ante la gravedad de la situación, lo mínimo que podía esperarse del presidente Sánchez, era que hubiese entrado en contacto con el líder de la oposición, como aconseja la necesidad de un consenso en materia tan sensible de política exterior.

No ha sido así, según declaraba ayer en COPE Pablo Casado, aunque ha dejado claro que prestará su respaldo al envío urgente de la fragata "Blas de Lezo" al Mar Negro, como apoyo a las fuerzas desplegadas por la OTAN.

Es un reflejo elocuente de las contradicciones y debilidades del Ejecutivo, que Sánchez no haya podido imponer una visión común en su gabinete antes de la comparecencia del ministro Albares en el Congreso. Allí van a quedar en evidencia, una vez más, las contradicciones del Gobierno Frankenstein, que no parecen inquietar al presidente.

Su Gobierno, quiera o no la parte de Podemos, está obligado a ser coherente con los compromisos contraídos por España como aliado de Estados Unidos y como miembro de la Alianza Atlántica, además de socio de la Unión Europea. Por otro lado, Sánchez se va a encontrar con el apoyo que no ha buscado del Partido Popular y, como en otros asuntos, proseguirá su acción de gobierno capeando al socio que le impedía conciliar el sueño. Mientras pueda.