La acumulación de crisis económicas en los últimos años ha aumentado de forma significativa el coste de la vida, en particular el de los bienes básicos como son alimentos y vivienda. Este proceso ha agudizado en nuestro país la pobreza y la exclusión social. Aunque se habla mucho de las políticas gubernamentales de escudo social, la realidad es que, sin instituciones como Cáritas, larga mano de la Iglesia para la ayuda social, la subsistencia diaria se haría difícil para no pocas personas y familias. Tal y como se recoge en la Memoria anual, que acaba de ser presentada en Madrid, Cáritas invirtió durante el pasado año la cifra récord de 457 millones de euros, un 13% más que año anterior.

Cáritas apoyó durante 2022 a más de un millón y medio de personas en España, que recibieron ayudas para alimentación, alquiler de viviendas y suministros, entre otras. La red de Cáritas ha logrado dar pasos importantes en la consolidación de la inversión de fondos de economía solidaria vinculados al empleo y destinados a personas en riesgo de exclusión. Otro de los ámbitos relevantes de la actuación de Cáritas ha sido la cooperación internacional, a cuyo fin destinó 26 millones de euros. Como ha recalcado en la presentación de la Memoria el presidente, Manuel Bretón, la labor de esta institución representa un compromiso para impedir que miremos para otro ante el sufrimiento de los demás. Un milagro diario que es posible gracias a los donantes, colaboradores y voluntarios, dentro de una tupida red que sólo se entiende dentro de la realidad de la Iglesia en España.