En nuestro mundo globalizado la lucha contra los procesos de radicalización y contra la violencia yihadista, no puede ser solo policial y de los servicios de inteligencia. Debe ser también, dentro de la comunidad de creyentes, educativa, cultural y religiosa. La pluralidad de formas históricas y de expresiones del islam, y la ausencia de una autoridad reconocida por todos de manera inequívoca, hacen necesario un esfuerzo para clarificar que, para “el verdadero islam” (en palabras de San Juan Pablo II) no existe justificación posible de la violencia en nombre de Dios. Es lo que han hecho los representantes oficiales de las comunidades musulmanas en España después del atentado de Algeciras.

La Comunidad Islámica de España ha condenado “enérgicamente esa acción asesina”, “máxime contra casas y siervos de Dios”, actuación que ha calificado como “contraria a las enseñanzas del Corán y a las claras enseñanzas de la Sunna”. Considera que el cruel derramamiento de sangre en este aborrecible asesinato, “es una ofensa contra Dios y los profetas de Dios”. También la Junta Islámica ha expresado su condena, señalando que “este tipo de actos execrables no tiene ninguna cabida en una sociedad plural y abierta, donde la libertad de culto debe ser un valor central”. Además, subraya en su comunicado que “la violencia proveniente de la intolerancia, de la ideología y de la sinrazón, acaba alcanzando a los más débiles de múltiples formas”. La lucha contra el yihadismo requiere el firme compromiso de todas las instancias del mundo musulmán, como reflejan estos comunicados.