LÍNEA EDITORIAL
El juez beato que no se doblegó ante la mafia
Livatino era miembro de Acción Católica y daba testimonio público de su fe sin ningún complejo
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Actualizado 19:28
Este domingo ha sido beatificado en la ciudad siciliana de Agrigento el juez Rosario Livatino, asesinado por la mafia el 21 de septiembre de 1990, cuando el magistrado tenía 38 años. Un auténtico mártir de la justicia y la fe, como recordó ayer el Papa Francisco. En su servicio a la comunidad como persona íntegra que nunca se dejó corromper, se esforzó en juzgar no para condenar, sino para redimir. Siempre ponía su trabajo bajo la tutela de Dios, por eso se ha convertido en testigo del Evangelio hasta la muerte heroica.
Livatino era miembro de Acción Católica y daba testimonio público de su fe sin ningún complejo. Era muy consciente del peligro que corría y a pesar de eso renunció a tener escolta, porque no quería que otros padres de familia pudieran pagar por su causa.
Conmueven las palabras que escribió en su diario el mismo día en el que fue asesinado, en las que se ponía en manos de Dios y le pedía que le ayudara en su ardua tarea. Conmueve también el testimonio de arrepentimiento de uno de sus asesinos, que se convirtió en la cárcel y quedó impactado al conocer algunos de los discursos del juez.
El martirio del nuevo beato se alza como un testimonio elocuente de que el Evangelio y la Mafia son irreconciliables. Como dijo el arzobispo de Agrigento, la tierra de Sicilia, que desgraciadamente aún sufre por la mentalidad mafiosa, puede atesorar ahora este legado de uno de sus hijos.
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