Kyriakos Mitsotakis, el líder del partido conservador Nueva Democracia, ha ganado las elecciones en Grecia y ya es Jefe del Gobierno, tras infligir una amarga derrota a Alexis Tsipras. Los cuatro años de Syriza son ya un mal sueño para los griegos, que han decidido pasar página en busca de tiempos mejores.

El icono en Europa de buena parte del populismo de izquierdas, incluido el de España, deja Grecia en una situación aún peor que la que se encontró. Tsipras ha sido incapaz de gestionar la delicada situación del país. Entendió pronto que muchos de sus deseos eran irrealizables. 

Era tarde, el posibilismo político con el que ha tratado de sobrevivir ha terminado por enfadar a todos. Resulta complicado dar clases acerca de lo que Europa debía hacer cuando se tiene un país literalmente en bancarrota.

La esperanza política ahora, con todas sus limitaciones, consiste en el programa reformista y de liberalización económica que ha enarbolado Mitsotakis, con la cláusula de no desproteger a los más débiles. 

No lo va a tener fácil porque hereda una situación endiablada. Las nuevas promesas pasan por la rebaja fiscal, la subida de salarios y por implementar políticas que generen confianza para que crezca la inversión extranjera. Otra noticia significativa es que la formación neonazi “Amanecer Dorado” sale de un Parlamento en el que se ha colado el nuevo partido de izquierdas del antaño compañero de Tsipras, el economista Varoufakis. Puede que, efectivamente, este sea el principio del cambio de ciclo que tanto necesita Grecia.