En su mensaje para la Cuaresma de 2021 el Papa Francisco alienta a renovar en la vida ordinaria las tres dimensiones de la existencia cristiana: la fe, la esperanza y la caridad, con la práctica de la oración, el ayuno y la limosna, que la Iglesia ha propuesto siempre como camino de recuperación de nuestra humanidad desgastada. Buena parte de la sociedad occidental parece impermeable a estas palabras que, sin embargo, salen al paso de la búsqueda de sentido agudizada por la dureza de la pandemia.
En este tiempo “en el que todo parece frágil e incierto”, el a nuncio de Cristo muerto y resucitado es la luz y la solidez que los hombres y mujeres de esta época buscan a tientas. Francisco señala que hablar hoy de esperanza puede parecer, incluso, “una provocación”, y sin embargo nada necesita más el corazón humano que una esperanza fiable, que no pueden ofrecer ni las ideologías, ni el consumo, ni la técnica.
Los obispos europeos han invitado a todos los cristianos a rezar a lo largo de este tiempo de Cuaresma por las víctimas de la pandemia, sus familias y por todos los que luchan contra la enfermedad. Será como crear una cadena de oración, un signo de comunión y esperanza en todo el continente europeo que atraviese las dificultades de la vida diaria. La Cuaresma nos invita a llevar a todos la esperanza, una virtud que el Papa asemeja al “agua viva” que ofrece el propio Jesucristo a cuantos sufren la enfermedad y sus consecuencias económicas y sociales.