Hoy, día 12 de octubre, en España celebramos el día de nuestra fiesta nacional. Es el día en el que Colón llegó a América. Desde hace mucho tiempo España se plantea como un problema, y esa tendencia afecta también a la fiesta nacional. Desde hace más de dos siglos está en discusión cuál es nuestra identidad nacional. Un debate de este tipo, siempre que se produzca dentro de ciertos cauces y no cuestione el marco común, puede ser fecundo. Otra cosa es que se convierta en algo enfermizo, o en un pretexto para cuestionar lo que nos une.

En los últimos tiempos la llamada “cultura de la cancelación” se ha cebado absurdamente con Colón, llegando a considerarle un genocida. El propósito del marino era hacer un negocio de especias que resultó imposible. El fin de la conquista se corrige cuando el papa Alejandro VI concede las tierras americanas a España a cambio de que las evangelice. Ese propósito es sinceramente asumido por Isabel la Católica, que corrigió insistentemente a Colón. El imperio español tuvo un propósito bien diferente del que tuvo el imperio británico. Se cuestionó a sí mismo y debatió continuamente si era legítimo lo que estaba haciendo. De esos debates surgió la teoría del derecho natural, embrión del derecho de gentes.

La leyenda negra es fruto de una mentira intencionada, pero tampoco se trata de construir una leyenda rosa. Se cometieron abusos con los indios, especialmente por parte de los encomenderos, y a pesar de su voluntad de corregirlos, la corte española quedaba lejos. Pero la prueba de que es absurdo hablar de genocidio es el intenso mestizaje que se produjo.