El Ejecutivo que presume de ser “el Gobierno de la gente” y de escuchar a la calle está viendo cómo una parte relevante de esa sociedad no está dispuesta a que se le impongan leyes, que lejos de lo prometido están lejos del consenso y de ser fruto de un maduro debate público. Está sucediendo con el amplio movimiento civil articulado en torno a la impresentable Ley Celáa y comienza a suceder con respecto a la ley sobre eutanasia que se está gestando.
Desde la propia provocación del nombre, la plataforma “Vividores. Org” está llevando a cabo una serie de iniciativas para llamar la atención sobre el debate que se nos pretende hurtar y sobre la irracionalidad de la propuesta legislativa. Con un lenguaje directo, Vividores recuerda que, mientras se legisla a favor de la muerte, ni siquiera contamos con una red suficiente de cuidados paliativos, y afirma que no podemos convertirnos en jueces de vidas que pasamos a considerar menos dignas de ser vividas. Insistir en el supuesto derecho a la eutanasia es propio de una visión individualista y reduccionista del ser humano y de una libertad desvinculada de la responsabilidad.
Es necesario repetirlo con planteamientos que tengan incidencia en la opinión pública: hay enfermos incurables, pero ninguno que sea “incuidable” y que no sea digno de ser acompañado en el sufrimiento, paliando y eliminando, si es posible, su dolor, en lugar de eliminarle a él.