Durante cuatro días se ha celebrado en El Vaticano una Conferencia Internacional contra la Trata de Personas. El objetivo era presentar y discutir algunas iniciativas pastorales sobre esta lacra. Uno de los rasgos más preocupantes de nuestro tiempo es el crecimiento del individualismo y del egocentrismo, actitudes que tienden a considerar a los demás desde una perspectiva meramente utilitarista, atribuyéndoles valor según criterios de conveniencia y provecho personal.

El Papa Francisco ha dado numerosas pruebas de su preocupación por este asunto. Han sido muchos los discursos e iniciativas concretas llevados a cabo durante su pontificado, que han girado en torno a este drama. Este próximo viernes, precisamente, el tradicional Vía Crucis, que presidirá el Papa en el Coliseo de Roma, tendrá también este particular acento. La encargada de los textos ha sido Eugenia Bonetti, religiosa de las Misioneras de la Consolata, conocida por su entrega y dedicación, desde hace más de 30 años, al acompañamiento de las víctimas de la Trata. 

No es admisible mirar para otro lado, no cabe trato alguno con la Trata de personas, una de las manifestaciones más dramáticas de la mercantilización del ser humano y un auténtico crimen contra la Humanidad, como denuncia sin tapujos el Papa.