Tras dieciséis años de estabilidad económica y social bajo la dirección de la canciller democristiana Angela Merkel, Alemania se dispone a afrontar una nueva etapa con el inédito pacto de gobierno firmado ayer por socialdemócratas, verdes y liberales. La atención se centra en si el gobierno que presidirá el socialdemócrata Olaf Scholz será capaz de mantener a su país como motor económico de Europa y templar la crisis migratoria provocada por Bielorrusia en las fronteras polacas con el apoyo de Rusia, que amenaza a los suministros de gas de los que depende la industria alemana. Es una incógnita el desempeño de la líder de los Verdes en la cartera de Exteriores, mientras que los liberales asumen la tarea del puño de hierro en finanzas.

La primera tarea del gobierno será afrontar la nueva oleada de contagios del Covid-19 y preparar la postpandemia, con un crecimiento económico previsto inferior a la media europea. Ya se habla de la necesidad de volver a la austeridad presupuestaria para limitar la deuda pública, ante el reto de desarrollar masivamente las energías renovables en los próximos años. Habrá que ver si el acuerdo tripartito pone en tela de juicio el modelo establecido por Merkel de protección social basada en el crecimiento económico. Scholz, de todas formas, tiene la experiencia de haber sido vicecanciller, con Merkel como maestra, mientras ha durado la coalición entre los dos grandes partidos que se reparten el poder desde la II Guerra Mundial.