Un chivo expiatorio fallido

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Un chivo expiatorio fallido

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El exministro socialista José Luis Ábalos se ha plantado ante el ultimátum de su propio partido y ha decidido no renunciar a su escaño de diputado. Desde el Gobierno, y desde el propio Partido Socialista, han intentado establecer un rápido cortafuegos para el “caso Koldo” y entregar la cabeza de Ábalos, en forma de chivo expiatorio.

Todo estaba calculado para presentarse ante la opinión pública como políticos ejemplares que, a diferencia de otros, sí toman medidas cuando un caso tan vergonzoso como el de las mascarillas les salpica. Pero no ha salido bien del todo la jugada. En primer lugar, porque con el estilo del que siempre ha hecho gala Ábalos, el sábado se fue a la televisión a lanzar la amenaza velada de que peor es lo de otros, que tienen más que ocultar. Con un argumento surrealista, llegó a decir que, si el escándalo le hubiera salpicado siendo ministro, hubiera dimitido, pero que ahora era solo un diputado; un diputado se agarra al sillón, y a su condición de aforado, que no devuelve el acta, y que se pasa al Grupo Mixto, desafiando así al propio Pedro Sánchez.

Habrá que esperar al siguiente episodio de este lamentable caso. Es difícil creer que “el caso Koldo” no es el “caso Ábalos”, y que este caso no afecta a las estructuras del PSOE en diversos ámbitos y comunidades. Ábalos parece de momento un chivo expiatorio fallido y, con su actitud de fuerza fanfarrona, cada hora que pasa parece que sigue recordándole al mismísimo presidente del Gobierno que vale más por lo que calla que por lo que cuenta.

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