Todo hace prever que el Gobierno sacará adelante la próxima semana la llamada “Ley de Memoria Democrática”, para la que será imprescindible el apoyo de Bildu, con quien el Ejecutivo de Sánchez ha pactado una serie de enmiendas disparatadas, como declarar ilegal un período entero de nuestra historia, o estirar el franquismo hasta 1983 para que entren, a la carta, cuantos sucesos deseen reescribir los proetarras.

Porque se trata exactamente de eso, de una reescritura de la que Bildu incluso presume, como cuando Otegi afirma que ahora tendrán cabida todas las transiciones y todos los relatos, o como cuando la portavoz de Bildu habla de que están abriendo un camino que pondrá en jaque el relato de la Transición.

El relato manejado al antojo de la ideología más sectaria, la de los herederos políticos del terror que trató de sepultar durante décadas los fundamentos mismos de nuestra democracia; aquellos que, a día de hoy, se niegan a colaborar en el esclarecimiento de los centenares de crímenes de ETA aún sin resolver; los mismo que siguen homenajeando etarras; o los mismos que se niegan a honrar la memoria de Ortega Lara o Miguel Ángel Blanco, y ni siquiera han pronunciado una palabra de perdón por el grave daño causado.

Es preciso denunciar esta indignidad política y moral sin precedentes y sacar los colores a un Gobierno que hace ya tiempo que parece no tener límites con tal de mantener una legislatura basada en el servilismo con quienes pretende destruir la democracia del 78.