El yihadismo sigue vivo, con especial incidencia en algunos países del África Occidental. Aunque el trabajo conjunto de las fuerzas de seguridad de Camerún, Chad, Nigeria y Níger ha ido acorralando en los últimos años al grupo terrorista Boko Haram, al menos 110 personas podrían haber sido asesinadas este fin de semana en una masacre cometida principalmente contra agricultores cerca de Maiduguri, la capital del Estado de Borno, en el noreste de Nigeria.

Se teme también que numerosas mujeres hayan podido ser secuestradas, una de las formas más habituales de extorsión y financiación del grupo terrorista. El Presidente de Nigeria ha calificado la acción como demente e insensata.

La amenaza de Boko Haram sigue muy viva a pesar de los múltiples esfuerzos por acabar con ella. Es el grupo yihadista más sanguinario del continente, ha asesinado hasta la fecha a más de 35.000 personas y se alimenta, entre otras cosas, del odio que es capaz de sembrar entre tribus rivales, así como del apoyo, más o menos explícito, que recibe desde determinados países.

Los esfuerzos de los gobiernos de la zona servirán de poco si no se ven respaldados por una firme estrategia internacional. No puede ser, ni tampoco parecer, que nos dé lo mismo lo que está sucediendo en algunas partes de África, que se están desangrando literalmente a causa del azote del terrorismo yihadista.