La desafección ciudadana aumenta tras los incendios
Esta oleada de incendios amenaza con abrir una nueva brecha entre representantes y representados

Escucha la Línea Editorial del jueves 21 de agosto
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los incendios que asolan nuestros montes, y la deficiente gestión que las autoridades públicas están realizando de esta catástrofe humana y natural, amenazan con debilitar la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas.
Al igual que ocurrió tras la DANA de Valencia, entre los vecinos de las poblaciones afectadas por el fuego comienza a extenderse la convicción de que solo el pueblo salva al pueblo. La falta de coordinación entre administraciones, las acusaciones cruzadas entre los dos grandes partidos y la ausencia de asunción de responsabilidades están multiplicando la legítima desconfianza de la ciudadanía hacia la clase política.
Las democracias son sistemas basados en un pacto social entre ciudadanos e instituciones. Esa confianza no puede darse por garantizada: es responsabilidad de nuestra clase política cultivarla y protegerla. Esta oleada de incendios amenaza con abrir una nueva brecha entre representantes y representados, y sería frívolo culpar a quienes lo han perdido todo de la quiebra de ese pacto. Son los políticos quienes deben rendir cuentas ante la ciudadanía, y resulta evidente que, una vez más, nuestra clase política no está a la altura de su responsabilidad.
Sin embargo, la falta de diligencia de las autoridades no debería alimentar eslóganes ni causas populistas que, aunque nacen de una dramática realidad contrastable, no ofrecen soluciones reales. Las instituciones democráticas siguen siendo el mejor recurso con el que contamos para garantizar, también, la seguridad de nuestros bosques y montes. El descontento ciudadano no debe servir para impugnar nuestro sistema, sino para redoblar nuestra exigencia y reclamar un desempeño más leal, responsable y diligente por parte de quienes nos representan.



