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¿Por qué la vacuna rusa contra el coronavirus se llama Sputnik V?

Rusia ha hecho historia al registrar la primera vacuna contra el COVID-19, que lleva un nombre muy significativo en la historia de la extinta Unión Soviética

¿Por qué la vacuna rusa contra el coronavirus se llama Sputnik V?
Millán Cámara

Redactor de COPE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 20:56

Rusia ha marcado un hito en la lucha contra el coronavirus este martes, al registrar la primera vacuna del mundo para contrarrestar el COVID-19. Ha sido el propio presidente ruso, Vladimir Putin, el que ha manifestado con orgullo las bondades de un remedio “eficaz” y que genera “una inmunidad estable”. Probado con éxito, además, por su propia hija.

Con octubre como posible fecha para comenzar a aplicarla, la vacuna no sólo ha sido protagonista por el mero hecho de salir adelante. Su nombre también ha llamado mucho la atención: Sputnik V, en clara referencia a uno de los grandes legados para la historia de la extinta Unión Soviética.

Todo apunta a que el nombre de la primera vacuna contra el coronavirus es un homenaje a los satélites revolucionarios que Rusia lanzó al espacio a finales de los 50 y principios de los 60. No hay confirmación oficial al respecto, pero el juego con los momentos históricos parece claro.

Podría decirse que el verdadero Sputnik V es la vacuna, ya que este nunca existió de verdad en su país natal. Sí en Occidente, donde se conoció así (de forma errónea) al Korabl-Sputnik 2, primer vuelo espacial que envió animales a la órbita terrestre. Fueron, además, unos cuantos: dos perros, 40 ratones y dos ratas. A los que hubo que añadir algunas plantas.

Se trató del segundo intento ruso de mandar perros al espacio. Tras un debut muy accidentado (incendio, desintegración y muertes incluidos), todo salió a la perfección un 19 de agosto de 1960. De hecho, este Sputnik sentó las bases para el primer vuelo espacial con humanos, protagonizado por Yuri Gagarin ocho meses después.

Antes hubo otros cuatro Sputnik: el original (octubre de 1957), Sputnik 2 (el de la perra Laika: noviembre de 1957), Sputnik 3 (1958) y Sputnik 4 (mayo de 1960). A raíz de esta fiebre soviética por los satélites, se inició una carrera espacial con Estados Unidos (en plena Guerra Fría). Su momento cumbre fue la llegada estadounidense a la Luna en 1969.

Rusia quiere protagonizar ahora otro acontecimiento histórico, ya sin el espacio de por medio y con la salud en el primer plano. Se trata del cuarto país con más casos de coronavirus a nivel mundial (897.599 contagiados), con 15.131 muertos debido a la pandemia.

El anuncio de la llegada de su vacuna viene acompañado de otra noticia esperanzadora: por primera vez desde abril, hoy se han registrado menos de 5.000 casos diarios en tierras rusas. No obstante, el logro no está exento de escepticismo. Por ejemplo, en lo que respecta a los voluntarios que han testado la vacuna: 76 frente a los 30.000 que se esperan para la vacuna de Estados Unidos y los 10.000 en previsión para la de Oxford.

Sin embargo, Rusia tiene puestas muchas expectativas en su vacuna. Sólo así se explica que le hayan dado el nombre de todo un motivo de orgullo para su comunidad científica. Porque, sí, el objetivo es que este Sputnik en forma de vacuna vuele tan alto como el original.

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