El primer ministro neerlandés en funciones, Mark Rutte, presentó este martes un plan para “reabrir la sociedad de manera responsable” en las próximas semanas y poner fin al toque de queda a partir del próximo 28 de abril, aunque condiciona este paso al control de la tercera ola de contagios.

En una rueda de prensa en La Haya, Rutte subrayó que la decisión de relajar las restricciones es un “dilema” entre lo que ocurre dentro de los hospitales, saturados por los pacientes con covid-19, y fuera de ellos, donde la situación de una sociedad confinada desde diciembre y con el sector hostelero cerrado desde octubre, es también “terrible”.

Sin embargo, en un mensaje de esperanza, aseguró que la “sociedad puede reabrirse de manera responsable” en las próximas semanas de superar el pico de la tercera ola, y subrayó que esto se hará dando “pasos pequeños al principio y pasos más grandes cuando se vacune a los grupos más vulnerables” al coronavirus.

Aunque la decisión final se confirmará el próximo martes, Rutte aseguró que, si la situación se estabiliza, el primer paso se dará el 28 de abril, con el fin del toque de queda, vigente desde finales de enero, y autorizando a los hogares a recibir a dos personas por día, en lugar de una, y permitiendo a las terrazas al aire libre reabrir bajo ciertas condiciones.

Un par de días antes, las instituciones de educación superior podrán brindar de nuevo educación presencial restringida a los universitarios.

Este plan guiará la relajación durante los próximos tres meses y el Gobierno neerlandés espera poder reabrir los bares y restaurantes -cerrados desde el pasado 15 de octubre- a partir del 26 de mayo, permitiendo también la celebración de eventos desde el 16 de junio, y desde el 7 de julio, las visitas domiciliarias se pueden ampliar de 6 a 8 personas por día.

Todavía no se ha tomado una decisión sobre la posibilidad de cambiar las recomendaciones de viajes al extranjero, que ahora solo se aconsejan para los casos estrictamente necesarios.

El Ejecutivo subraya explícitamente que nada de lo definido en este plan está garantizado con las fechas señaladas y su aplicación puede variar, y depende del avance de la situación de los contagios, el número de ingresos hospitalarios, las entregas de las vacunas y el avance de las mutaciones del coronavirus.

"Iremos más rápido si es posible y más lento si es necesario. Los momentos mencionados proporcionan una dirección, pero no son promesas. El virus es demasiado impredecible para eso", añadió el ministro de Sanidad en funciones, Hugo de Jonge.

El último paso mencionado es la “vuelta a la normalidad”, que podría darse durante la primera quincena de agosto en el mejor de los escenarios, aunque dadas las reservas mostradas por el Gobierno y los retrasos en la vacunación y la entrega de dosis de Janssen, es muy incierto que eso pueda ocurrir.

En cuanto a la campaña de vacunación en marcha, el objetivo sigue siendo que, a principios de julio, todos los adultos que lo deseen puedan recibir al menos una inyección de la vacuna, lo que, según los cálculos oficiales, podrá alcanzar al 82 % de la población adulta.