Marruecos tiene un plan para el cielo del Mediterráneo y puede afectar a España: aviso de la ONU

Uno de los ministros de Rabat confirmó hace meses que continúan con una estrategia que tendrá un coste total de 10 millones de euros

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Bandera de Marruecos frente al cielo

Paco Delgado

Madrid - Publicado el

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Marruecos ha decidido tomar el cielo por asalto. Frente a una sequía estructural que amenaza su seguridad hídrica y agrícola, el país ha redoblado su apuesta por la siembra de nubes, una controvertida técnica de geoingeniería climática que busca generar lluvia artificial. Con una inversión de 10 millones de euros desde 2023 y 20 proyectos en marcha, el objetivo es aumentar las precipitaciones hasta un 15% en zonas estratégicas.

Sin embargo, la iniciativa ha desatado alarmas no solo por sus resultados inciertos, sino por sus posibles efectos colaterales en España y el Mediterráneo, según advierte un informe de la ONU.

 Una solución para una crisis moderna  

La siembra de nubes no es nueva en Marruecos. El programa Al-Ghaith, lanzado en la década de 1980 con apoyo de Estados Unidos, ha realizado más de 140 operaciones en los últimos cuatro años, utilizando yoduro de plata y cloruro de sodio para estimular la condensación de las nubes. "Somos uno de los pocos países con experiencia en este campo", afirmó el ministro de Equipamiento y Agua, Nizar Baraka, en el Parlamento marroquí. Según sus datos, en 2024 se ejecutaron 70 siembras, frente a las 22 de 2023, con un coste acumulado de 14.7 millones de euros entre 2021 y 2023.

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Cartel con el retrato de Mohammed VI, rey de Marruecos

Los defensores del programa, como Abdelfettah Sahibi, director de la Meteorología Nacional, insisten en que ha incrementado la producción agrícola hasta un 20% en algunas regiones 3. No obstante, críticos como el experto Abdul Rahim Hindouf señalan que la tecnología es "ineficaz" y requiere condiciones climáticas específicas: "Marruecos ya es una geografía seca. Gastar en sembrar nubes sin garantías es un desperdicio".

 El riesgo transfronterizo: ¿una bomba climática?  

La preocupación crece más allá de Marruecos. Ceuta, Melilla y el sur de España podrían sufrir impactos imprevistos, según meteorólogos españoles. Alterar los patrones de lluvia en un país puede reducir la humedad disponible para otros, desencadenando sequías en zonas inesperadas o lluvias torrenciales donde el suelo no está preparado. "Las nubes no respetan fronteras", advierte un informe de Eltiempo.es, que alerta sobre posibles inundaciones, erosión acelerada y hasta fenómenos extremos como granizadas o tornados.

La ONU ha elevado la voz. En un informe posterior a la COP28, su Comisión de Ética Científica advirtió que la geoingeniería climática podría "desencadenar reacciones en cadena con riesgos significativos para los océanos, la biodiversidad y las temperaturas globales" 1. Emma Ruttkamp-Bloem, presidenta de la COMEST-UNESCO, subrayó la necesidad de evaluar "implicaciones éticas y políticas" antes de escalar estas tecnologías, dada la oposición de intereses entre regiones.

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Medina de la ciudad marroquí de Fez

el fantasma de la "guerra del agua"  

El secretismo de Marruecos ha agravado las suspicacias. Agricultores murcianos, como Juan de Dios Hernández de ASAJA, exigen transparencia: "Operan con nocturnidad. ¿Nos roban nuestra humedad?". Aunque científicos aclaran que el impacto real en España sería limitado, los "ríos atmosféricos" entre ambos países son escasos, la falta de legislación internacional sobre geoingeniería abre la puerta a conflictos.

El gobierno español ha pedido explicaciones a Rabat, mientras Marruecos defiende su "derecho soberano" a combatir la sequía. Baraka desmintió que las inundaciones en el sureste marroquí se debieran a la siembra de nubes, pero evitó detallar protocolos de coordinación con España. La desconfianza mutua refleja un dilema mayor: en un mundo sediento, hasta las nubes pueden volverse un recurso en disputa.

 ¿Hacia un Mediterráneo ingobernable?  

Marruecos ya explora alternativas, como la desalinización, con 11 plantas nuevas previstas para 2025. Pero su insistencia en la siembra de nubes revela una urgencia que trasciende lo técnico. Con un déficit del 57% en lluvias en 2024 y embalses al 25% de su capacidad, el país enfrenta una crisis existencial.

El aviso de la ONU es claro: sin cooperación regional, la manipulación del clima podría convertir el Mediterráneo en un polvorín meteorológico. Mientras Rabat mira al cielo, España aguarda con los ojos puestos en el horizonte, y en las nubes que puedan llegar, o no.