Pedro Sánchez ha decidido buscar a su Gobierno una doble ventana de visibilidad subido a lomos de la convocatoria de dos Consejos de Ministros a la semana de aquí a fin de año. El objetivo, vendido a bombo y platillo desde La Moncloa, consolidar la recuperación económica.

Más fácil, desde luego, lo va a tener el PNV que ve engordar las arcas de la recaudación de las tres haciendas vascas. Lo va a hacer en al menos 220 millones de euros más al año. Ello va a ser posible gracias a la cesión ya pactada pero sobre la mesa de la reunión de este martes del Gabinete de ampliar el Concierto Económico para dejar en manos de las instituciones vascas la recaudación de nuevos impuestos tales como el IVA del comercio electrónico, el impuesto de transacciones financieras (tasa Tobin) y el tributo sobre servicios digitales (tasa Google).

Sánchez busca así calmar a los nacionalistas vascos que quedaron desdibujados al encarrilar el Ejecutivo de antemano con Bildu y ERC los Presupuestos Generales del Estado para 2022. La luz verde al compromiso supone un afianzamiento de la autonomía financiera del País Vasco apalabrado desde el pasado julio cuando Iñigo Urkullu amenazó con plantar la Conferencia de Presidentes Autonómicos de Salamanca. A pesar de desligar ambos extremos, sólo cuando amarró la recaudación de los tres tributos, además de un incremento del 1,2% de su capacidad de deuda en 2022, el lehendakari decidió acudir a la cita con el resto de líderes regionales.

La concesión al PNV, en todo caso, llega en medio del sudoku de la financiación autonómica. Encauzadas las cuentas públicas para el próximo año, el Ejecutivo ha decidido abrir la reforma del modelo. La propuesta diseñada por la titular de Hacienda, María Jesús Montero, trata de cuadrar el puzle. Aun así,con la vista ya puesta en la próxima Legislatura, habrá de superar una pugna que aparece abierta en canal, trascendiendo además de largo las distintas siglas, con los barones habiéndose movido por su cuenta para tejer complicidades.

Grosso modo se han dibujado dos bloques de compleja conciliación. Por un lado, los alineados con un modelo en base a la población. A la cabeza han aparecido el valenciano Ximo Puig y el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla. Por otro, los de la “España vaciada” que reclaman tener en cuenta el coste de sus servicios. Como rostro visible, el gallego Alberto Núñez Feijóo. En sintonía con él, entre otros, el extremeño Guillermo Fernández Vara, el manchego Emiliano García-Page o el asturiano Adrián Barbón. El PSOE buscó aunar una posición común con sus líderes territoriales. Fue imposible, aunque se conjuraron en pedir más recursos, en salvaguardar la lealtad institucional y en sumar al diálogo al PP.