Pedro Sánchez tiene al conjunto del PSOE temblando, pero ha respondido a la apabullante derrota del 19-J con una reivindicación de la fortaleza y la solidez de su Gobierno para agotar la Legislatura. Hasta finales de 2023. Ha sido una tesis defendida ante la Ejecutiva Federal. A puerta cerrada, Sánchez ha eludido cualquier autocrítica, ha rechazado las lecturas nacionales del durísimo castigo andaluz, así como la idea de un cambio de ciclo.

El Presidente, en un momento de enorme inquietud interna, ha concedido dar juego a un llamamiento generalizado a la reflexión. Lejos de trazar un diagnóstico preciso, las numerosas intervenciones de la cúpula en la reunión de este lunes en Ferraz han dado para enrocarse en achacar la hemorragia a la desmovilización, la división de la izquierda y/o la falta de tiempo de Juan Espadas en el objetivo de consolidar una alternativa a Juanma Moreno Bonilla. Son sus parapetos.

La tierra se mueve bajo sus pies. No obstante, el indiscutible liderazgo del que goza Sánchez en el PSOE actúa como factor disuasorio de las críticas y, por ende, de cohesión en torno a su figura. Y, pase lo que pase, tardará en hacerlo. Salvo sorpresas, una nueva crisis de Gobierno ha sido descartada por cercanos colaboradores. El principal motivo, más allá del gusto por marcar sus tiempos, es que el Presidente ha interiorizado que se precipitó al desencadenar una remodelación en julio del año pasado, en vez de esperar al inicio del curso en septiembre, pensando además en vender una recuperación que ha retrasado la guerra de Ucrania.

Más allá de otras salidas para intentar ganar impulso, Pedro Sánchez barajaría tirar de varios ministros, principalmente como candidatos a las municipales de 2023, habida cuenta de que todos los actuales presidentes autonómicos están llamados a repetir como carteles en el intento de mantener sus feudos. El Presidente parece decidido a acometer esos “ajustes” - así los llaman - en su Gabinete unos meses antes de las urnas de mayo. Son varios los aspectos que pesan, según cercanos a Sánchez, para actuar de esa manera. De entrada, la ausencia de prisas.

Además, la fórmula de lanzar un candidato en tiempo de descuento funcionó con Salvador Illa. En su caso, fue el aspirante del PSC a la Generalitat de Cataluña. Salió de Sanidad apenas mes y medio antes de afrontar las urnas del 14 de febrero de 2021. Y, a lomos de su proyección pública, incluso ganó. Hay también otro aspecto a tener en cuenta ante unas municipales y autonómicas llamadas a medir la fuerza del PSOE. La maniobra de sacar a ministros a la arena se cocinaría a fuego lento, pues Sánchez testará antes su valoración en sondeos. La consigna, evidentemente, ganar las elecciones de mayo de 2023.