Trapero, engullido por el independentismo que lo encumbró
El idilio del independentismo con el mayor se rompió cuando testificó en el juicio en el Tribunal Supremo a la cúpula del "procés"

Trapero, engullido por el independentismo que lo encumbró
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"Vuelvo porque este cuerpo es parte de mi vida", exclamó Josep Lluís Trapero cuando en noviembre de 2020 fue restituido al frente de los Mossos. Un año después, el Govern de ERC y Junts ha cesado al héroe del 17-A, engullido por el independentismo que lo encumbró hasta que acabó en tierra de nadie.
La consellería de Interior, dirigida por Joan Ignasi Elena (de la órbita de ERC), ha cesado este lunes al mayor Josep Lluís Trapero como jefe de los Mossos y ha acordado que lo releve al frente de la policía catalana Josep Maria Estela, quien será el nuevo comisario jefe.
Se cierra así el círculo que se inició en 2017 cuando Trapero, un comisario con un fuerte personalismo y un gran poder dentro de la policía autonómica, se erigió en héroe para el independentismo y se granjeó gran popularidad tras los atentados del 17A, a pocas semanas del referéndum del 1-O.
Trapero, que desde 2013 era el máximo mando de la policía y que en abril de 2017 fue nombrado mayor -un rango vitalicio- por el entonces president Carles Puigdemont -con quien confraternizó en una paella entre amigos con camisa hawaiana- vio de pronto como su rostro era estampado en camisetas y otros objetos de culto del independentismo con su frase "bueno, pues molt bé, pues adiós", con la que despidió a un periodista extranjero que abandonó una rueda de prensa porque hablaba en catalán y no en castellano.
Tras el 1-O, Trapero se convirtió junto a Puigdemont en el enemigo a batir por el Gobierno de Mariano Rajoy, que en una de sus primeras decisiones tras aplicar el 155 el 27 de octubre de 2017 lo destituyó como jefe de la policía autonómica.
Trapero, nacido en 1965 en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en el seno de una familia originaria de Valladolid, afrontó entonces un descenso a los infiernos, acusado por la Fiscalía de rebelión por considerar que había puesto a los Mossos al servicio del Govern y la policía catalana había sido pasiva el 1-O para permitir la votación.
El idilio del independentismo con el mayor se rompió cuando testificó en el juicio en el Tribunal Supremo a la cúpula del "procés", y posteriormente en el suyo en la Audiencia Nacional, donde se desmarcó de la hoja de ruta del Govern, aseguró que avisó a Puigdemont de que los Mossos "no iban a quebrar nunca con la legalidad ni la Constitución" y desveló que se ofrecieron a detener al Govern si tiraba adelante con la DUI.
En su juicio, Trapero aseguró además que se sentía injustamente tratado porque hizo lo posible para impedir el 1-O y reafirmó que la policía catalana actuó bien, pese a que reconoció que hubo algunos agentes que no estuvieron "a la altura" por su ideología.
Tras tres años en el infierno, la Audiencia Nacional absolvió a Trapero, en una sentencia en que avaló el modelo policial de proximidad de los Mossos, lo que reforzó al mayor, que acabó siendo restituido el 12 de noviembre de 2020 por el conseller Miquel Sàmper (de JxCat), cuando Quim Torra ya había sido inhabilitado y el entonces vicepresidente Pere Aragonès (ERC) asumía las funciones de presidente sustituto.
Una vez restituido, Trapero se comprometió a tender puentes desde la "humildad" con la Policía Nacional, la Guardia Civil y la judicatura en su nueva etapa al frente de la policía catalana, ya que, según aseguró, había aprendido de los "errores" que cometió en otoño de 2017: "Todos lo podíamos haber hecho mucho mejor, yo el primero".
En su segunda etapa al frente de los Mossos, Trapero se volvió a rodear en la cúpula de la policía de sus más fieles: su número dos, Ferran López -que le sustituyó durante el 155 y que ya ha dejado el cuerpo tras ser fichado en abril pasado por Joan Laporta como jefe de seguridad del FC Barcelona-, Joan Carles Molinero y Miquel Esquius.
Durante este año, Trapero ha mantenido un perfil discreto, sin apenas intervenciones públicas, aunque fue tajante el pasado mes de marzo cuando, en pleno debate sobre el modelo de orden público -tras los disturbios por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel y en las protestas contra las restricciones por el coronavirus- exigió que se garantizara la seguridad de los agentes y lamentó que se señalara a la policía ante el "fracaso o inexistencia" de soluciones políticas a los conflictos.
En una de sus últimas apariciones públicas antes de su destitución, en su discurso del pasado 22 de octubre en el Dia les Esquadres, Trapero denunció el auge de "comportamientos preocupantes de intolerancia" contra la policía avalados por algunos sectores y exigió "respeto": "¿Qué tiene de cambiar el mundo lanzar piedras a la policía o quemar contenedores?".
De hecho, con el cambio en el Govern tras las elecciones del pasado 14F -que auparon a ERC a la presidencia- y la llegada del nuevo equipo de Interior, liderado por Joan Ignasi Elena (de la órbita de los republicanos), Trapero se sabía en la cuerda floja, aunque según fuentes de su entorno no se planteó dimitir, por lo que finalmente ha sido el Govern independentista el que le ha acabado destituyendo.
Trapero, el primer mosso que llegó al frente de la policía catalana habiendo ejercido toda su trayectoria en este cuerpo, mantiene el rango de mayor, ya que es vitalicio, por lo que no le han podido desposeer de él ni el Gobierno de Mariano Rajoy ni la Generalitat de Pere Aragonès cuando le han destituido con cuatro años de diferencia.